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Sensación agridulce

Habrá que esperar a finales de octubre para saber si los Presupuestos Generales del Estado para 2016 son un castigo para nuestra ciudad o, por el contrario, son el empuje que realmente necesitamos del Gobierno central para nuestro desarrollo Los Presupuestos Generales del Estado ya han empezado su tramitación parlamentaria en una época poco habitual, en pleno mes de agosto, considerado tradicionalmente inhábil en el Parlamento. La celebración de las elecciones generales a finales de este año, cuando estamos a punto ya de cumplirse los cuatro años de legislatura, han obligado a anticipar el largo procedimiento que arranca ahora con la presentación de los Presupuestos en el Congreso. Un trámite que siempre ocupa no pocas semanas y que a menudo supone un cambio de las consignaciones presupuestarias vía enmiendas, acuerdos entre partidos o compromisos del Gobierno con las diferentes comunidades y provincias.

Por eso no resulta prudente hacer una evaluación pesimista de los presupuestos dejándose llevar por las evidentes malas cifras que ya se conocen, con caídas en las inversiones regionalizadas, la Financiación Autonómica y el Fondo de Suficiencia, y un mantenimiento del Fondo de Compensación Interterritorial. Melilla sale perdiendo en todos estos apartados de los Presupuestos Generales del Estado de 2016, con porcentajes que llegan a rozar el 10%, como es el caso de la distribución territorial de las inversiones reales, donde hay contemplados tres millones de euros menos en comparación con los Presupuestos de 2015.

Esta es una mala noticia, evidentemente, máxime cuando las caídas no son una norma general, habida cuenta que más de la mitad de las comunidades han subido en sus inversiones. Pero también es verdad que un análisis realista de los Presupuestos no se puede basar únicamente en estos factores. Son cientos de páginas en las que hay otras partidas no regionalizadas de las que también se beneficiará Melilla, a las que se ha referido tradicionalmente el partido del Gobierno, sea del color que sea, para intentar mejorar la primera mala valoración por el descenso regionalizado.

Además, hay que tener en cuenta otro aspecto muy importante, y es que en los Presupuestos de 2016 aparecen contempladas grandes obras que Melilla llevaba mucho tiempo esperando, como son más de 4 millones de euros para el arranque del instituto del Jardín Valenciano y 10 millones de euros para la ampliación del Puerto, así como otra partida para actuaciones en la frontera. Este es el aspecto más dulce de unos presupuestos que no parecen tan malos como a priori podría parecer, y que todavía están a tiempo de mejorar para Melilla en su paso por el Parlamento. Habrá que esperar, por lo tanto, a finales de octubre para saber si estas cuentas son un castigo para nuestra ciudad o, por el contrario, son el empuje que realmente necesitamos del Gobierno central para nuestro desarrollo.

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