Que una de las primeras medidas acordadas en la Asamblea sea establecer un sueldo para sus diputados es, nadie puede dudarlo, sorprendente por lo poco estético que resulta en una ciudad donde el paro sigue aumentando y los niveles de pobreza continúan muy altos pese a las últimas disminuciones Que una de las primeras medidas acordadas en la Asamblea sea establecer un sueldo para sus diputados es, nadie puede dudarlo, sorprendente por lo poco estético que resulta en una ciudad donde el paro sigue aumentando y los niveles de pobreza continúan muy altos pese a las últimas disminuciones. Y choca que esta propuesta haya salido de Coalición por Melilla, porque es precisamente el partido que más ha denunciado por activa y por pasiva esos elevados índices de paro y pobreza. Sin embargo, la primera medida de esta legislatura afecta al bolsillo de los diputados y los grupos políticos que conforman la Asamblea, no al de aquellos que más necesitan soluciones para su dramática situación.
Resulta curioso como mínimo, aunque con este acuerdo se trate de remediar la situación casi excepcional de los diputados melillenses, que no tienen un sueldo asignado como sí ocurre en el resto de cámaras parlamentarias del país, algunas con retribuciones más que generosas con enorme gasto para las arcas públicas. En el caso de la Asamblea de Melilla, aquellos que ocupan escaño sin dedicación exclusiva perciben únicamente dietas por asistencia pese a que algunos, no todos, dedican muchas horas a compaginar sus trabajos con las responsabilidades públicas en la Asamblea.
Probablemente no habría muchos voluntarios par trabajar con estas condiciones, sin sueldo, en un puesto que supone tanto desgaste como es estar en primera línea política. Ejemplos tenemos unos cuantos, algunos muy recientes, como es el del primer y único diputado de la Asamblea que decidió dimitir nada más empezar la legislatura tras comprobar que el escaso resultado electoral no le permitía repetir como asesor con un magnífico sueldo. Este exdiputado -todo el mundo sabe quién es- no estaba dispuesto a aceptar las dietas por asistencia como únicos ingresos por su labor parlamentaria, algo que sí llevan haciendo algunos diputados veteranos desde hace varias legislaturas.
Probablemente este exdiputado habría tomado el mismo camino con el sueldo que se ha establecido ahora, porque los parlamentarios serán algo más que mileuristas, aunque sólo aquellos que quieran acogerse a esa posibilidad de percibir una retribución, puesto que será una medida voluntaria. Hay que reconocer que el sueldo acordado es medianamente razonables pese a que habría estado en manos de los propios diputados ponerse otro mucho más alto. Sin embargo, eso no quita para que la medida siga careciendo de estética porque además de encarecer el funcionamiento de la Administración cuando la tendencia debería ser la contraria, también da a entender que lo primero para quienes representan a los ciudadanos no es precisamente el interés general, sino el propio, aunque sea lícito cobrar por un trabajo realizado.
