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Tres yihadistas detenidos en Melilla, entre los presos más vigilados de España

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Tres supuestos yihadistas detenidos en Melilla en los dos últimos años están entre los nueve reclusos radicales islamistas más vigilados de las cárceles de España, según informa el Diario El Mundo. Se trataría de Benaissa Laghmouchi Baghdadi, detenido en mayo 2014; , Mustafá Maya Amaya, español de origen belga y residente en Melilla arrestado en marzo de 2014, y el melillense David Mohamed Mohamed, que fue detenido en julio de 2015. Interior va a comenzar un programa especial de vigilancia a 186 reclusos para evitar los procesos de radicalización yihadista dentro de las cárceles. De estos, sostienen, se encuentran 74 ya radicalizados y condenados o procesados por sus actividades vinculadas al yihadismo. Entre ellos, fuentes de la lucha antiterrorista destacan a 9 reclusos que por sus actividades o por su relevancia jerárquica dentro de las células terroristas, podrían intentar, de manera más intensa, radicalizar a otros presos. De esos 9 más vigilados de las prisiones de España, están tres detenidos en Melilla.

Se trataría de Benaissa Laghmouchi Baghdadi, detenido en mayo 2014, envió al menos a 26 yihadistas (24 marroquíes y 2 españoles) a luchar con los grupos terroristas de Al-Qaeda que operan en el África subsahariana (Sahel), particularmente a Mali y Libia.

Baghdadi regresó a Melilla tras ser formado en un campo de entrenamiento del grupo terrorista MUJAO en el desierto del norte de Mali.

Es el primer yihadista español que retornó de dicha zona en conflicto, y su misión era la de captar nuevos combatientes.

El segundo que cita el rotativo es David Mohamed Mohamed, fue detenido en julio de 2015. Se dedicaba a adoctrinar y captar mujeres para enviarlas a zonas de combate en Siria e Irak, según informó el Ministerio del Interior. Acumulaba archivos multimedia de carácter yihadista, que utilizaba incluso para exponérselos deliberadamente a su hijo menor de edad con el fin de familiarizarlo con las tácticas yihadistas, llegando incluso a vestirlo de negro y portando un machete de grandes dimensiones, emulando la “uniformidad” de los combatientes del DAESH.

Además, grababa sermones de carácter doctrinal radical, que tenían como finalidad el incitar a no obedecer las leyes establecidas, a seguir únicamente la Sharia o ley islámica, a no establecer contacto con los “infieles” y a rechazar cualquier sistema de gobierno que no fuera el Califato.

El arrestado, de 29 años y natural de Melilla, fue soldado profesional del ejército español con destino en el regimiento número 8 de ingenieros en Melilla, hasta que fue expulsado por robar explosivos militares. Posteriormente, se radicalizó.

Y en último lugar, pero no menos importante, Mustafá Maya Amaya, español de origen belga y residente en Melilla, detenido en marzo de 2014, estaba considerado el “principal dinamizador” de la una red terrorista, destinada a captar, adoctrinar y mandar combatientes a Siria.

Ya en octubre de 2001 la fiscalía de Málaga abrió contra él diligencias por ocupar ilegalmente una mezquita en cuya puerta colocó un manifiesto, titulado "Los talibanes y las mujeres", en el que defendía entre otras cuestiones la obligación del uso del burka para las mujeres, así como el trato que se da a estas en Afganistán. Además, definía el burka como “un atuendo típico”, “como la peineta o el traje de flamenca”.

Maya declaró entonces al Diario Sur que él era incapaz de matar inocentes “Está prohibido en la religión musulmana. Puedes matar a gente culpable de algo. Tienes derecho a matarles en una guerra o si se ha cometido un crimen. La ley islámica dice que esa persona tiene que morir o recibir cien latigazos o tiene que estar lapidada o con las manos cortadas. Si eso es ser integrista, soy integrista”
El rotativo, como ya avanzó MELILLA HOY hace un tiempo, señala que España ha puesto en marcha el “Programa de Intervención con Internos Islamistas”, es decir, un programa de vigilancia y de seguimiento para estos presos. ¿Cuáles son los objetivos? Por un ladoevitar procesos de captación, reclutamiento y radicalización y preservar la seguridad interna, y por otro, garantizar que los reclusos no cometerán actos terroristas y respetarán la ley cuando cumplan su condena. Por ello, serán los funcionarios de prisiones quienes lleven a cabo este programa especial de vigilancia, ya que son los que más contacto tienen con la población reclusa. “Se puede perfectamente evitar esa contaminación ideológica. Sería un fracaso de los Estados democráticos y de Derecho que las personas que están cumpliendo una condena aprovechen ese tiempo para ejercer actividades de proselitismo a personas que no tienen ese origen explicó Rafael Catalá, ministro de Justicia en una entrevista para L’Observateur.

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Redacción

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