Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

La Biblioteca Pública, a rebosar antes de los exámenes de septiembre

melillahoy.cibeles.net fotos 1318 bbi

El centro, ubicado en la Plaza de España, cuenta con un horario especial para estudiantes, ya que los centros universitarios de la ciudad cierran por vacaciones. Es en estas fechas cuando se nota una masiva afluencia de jóvenes, que apuran sus últimas horas para estudiar el temario de las recuperaciones de septiembre. Y no sólo ellos: también opositores a plazas de empleo público pasan las horas hincando los codos. La Biblioteca Municipal de Melilla presenta un horario de verano muy marcado: de 9:00 a las 14:00 horas, para los funcionarios del recinto, tiempo durante el que todas las salas de estudio están abiertas; mientras que la sala de lecturas está disponible de 19:30 a las 00:00 horas. Los fines de semana, por otro lado, el centro está abierto desde las 16:00 a las 21:00 horas. La sala de estudio es la única que puede usarse por la tarde, y puede albergar hasta a 72 personas. El problema, tal y como nos explicaron los auxiliares de la biblioteca, es que Melilla no tiene más centros de estudio abiertos por estas fechas, ya que la UNED y el Campus de la Universidad de Granada se encuentran cerrados por vacaciones. Esto lleva a que los estudiantes tengan que entrar en una lista de espera para entrar en la biblioteca, centro que, por cierto, presenta esta característica especial exclusivamente en Melilla.

Los trabajadores manifestaron que, a partir del pasado 17 de agosto, empezó a notarse una afluencia mayor de estudiantes en la biblioteca. Que los alumnos de ESO y Bachillerato apuren sus horas de estudio no es ninguna sorpresa, aunque sí puede serlo el escaso personal que debe velar por el correcto funcionamiento de la biblioteca. Y es que, durante el horario especial, el centro cuenta con un auxiliar en la sala de estudio (que se encarga de vigilar que no haya problemas de ruidos y que los estudiantes se comporten) y otro en el ‘hall’, que vigila la entrada de personal al recinto. Si bien no sufren demasiados problemas durante su horario de trabajo, sí que reconocen que buena parte de los estudiantes no aprovechan su tiempo de estudio en la sala: “Hay personas que sí estudian, pero la mitad están para arriba y para abajo, y no tocan los libros”, nos dice Fernando, que trabaja como auxiliar en la entrada del centro. “Podría decirse que están de visita: pasan cinco minutos sentados y otros diez levantados, o pierden tiempo hablando con el compañero”.

Otros comportamientos que rozan el esperpento han llegado con el tirón de las redes sociales: y es que, por lo visto, es bastante normal que haya estudiantes que malgasten su tiempo utilizando su móvil, haciéndose ‘selfies’ en la biblioteca o molestando al resto de sus compañeros. Los auxiliares han logrado mantener el orden la mayoría de las veces, aunque reconocen que, al menos dos veces, han requerido la presencia de la Policía Local en algún que otro caso aislado: “No tenemos la capacidad de echar a algún tipo de gente que no tiene ganas de colaborar y, en ese caso, no nos queda más remedio que actuar así. Únicamente ocurre en fechas de exámenes clave, como enero y septiembre, en las que tenemos muchísimo público en la sala de estudio”. Los auxiliares, por otra parte, achacan este tipo de incidentes a lamentables casualidades, aunque reconocen que les gustaría que hubiese más personal que ayudase en estos casos, para no tener que llegar tan lejos. “Lo que más nos deja tranquilos es que, muchas veces, son los propios estudiantes los que piden silencio a los alborotadores. La conducta del público suele ser cívica, pero siempre tenemos que pagar el pato porque algunos alumnos no respetan las normas de la biblioteca”. Algunas de las misivas que pueden ser objeto de problemas son el llevar agua al recinto (y más, con el calor que hace en verano), la necesidad de mantener el móvil apagado o la prohibición de llevar ordenadores a las salas de estudio.

Las razones de este tipo de conductas podrían estar relacionadas, nuevamente, en que el resto de centros de estudio están cerrados, y todos los estudiantes buscan estudiar, en el más completo silencio, en la Biblioteca Municipal, ya que en sus casas no logran concentrarse o no tienen ese silencio tan preciado que requieren los estudiantes a la hora de concentrarse en las materias. Por desgracia, con 72 alumnos en una sala, el completo silencio a veces puede convertirse en misión imposible. “Nos han puesto muchas hojas de reclamaciones por el hecho de que la UNED y la UGR no están abiertas”, explica Fernando, que también hace referencia a un hecho particular de nuestra ciudad: en el resto de ciudades españolas, es sana costumbre que las facultades universitarias abran sus puertas durante el verano, con el fin de facilitar a los estudiantes un espacio de silencio y concentración, mientras que las bibliotecas municipales permanecen cerradas durante las tardes y los fines de semana. Nuestra ciudad, sin embargo, sufre el efecto contrario: “Algunos estudiantes vienen de Málaga y no dan crédito cuando ven que la Biblioteca Pública tiene un horario especial para los estudiantes”, comenta Fernando.

La razón por la que la biblioteca de nuestra ciudad presenta este ‘rara avis’ empezó a gestarse tras los resultados de una encuesta que se hizo a los estudiantes melillenses acerca del funcionamiento del recinto y de las facultades locales, y estos días de actividad prueban la alta rentabilidad de que la biblioteca tenga un horario de tarde-noche durante el verano. La medida, aprobada por la Consejería de Cultura hace ya seis años, permite no sólo a estudiantes y opositores tener su propio espacio de estudio, sino también a gente que aprovecha para estudiar cualquier temática tras salir del trabajo, aprovechando algunas horas de su tiempo antes de cenar.

Actualmente, la biblioteca no solo cuenta con estudiantes que necesitan recuperar asignaturas: en la planta superior del recinto es utilizada por muchos opositores que se presentarán a las diversas plazas de Policía Local, Guardia Civil y Policía Nacional. El 90% del público lo representan alumnos de bachillerato, quienes son, por otra parte, los que pueden dar más problemas a la hora de concentrarse. “Los que se presentan a las oposiciones necesitan una sala especial, porque siempre se quejan por cualquier cosa. Están estudiando algo que les servirá para el futuro, y aprovechan que arriba hay mucho menos ruido. Eso sí, cualquier cierre o apertura de puertas, el pitido de un móvil o un ordenador, puede trastocarles un estudio que, no en vano, es importantísimo. Les resulta imposible estudiar en una sala con otras 70 personas alrededor”, nos explica Fernando, quien también hace referencia al material didáctico que usan los estudiantes: “Suelen llevarse sus libros y todo tipo de material, si bien les pedimos que dejen la mochila o el bolso en taquilla, por cuestiones de seguridad”.

Los jóvenes también tienen la opción de complementar sus temas con los libros disponibles en la biblioteca, y los auxiliares afirman que no es raro ver a los estudiantes preguntando por un tomo en concreto que les pueda ayudar.

Respecto a las asignaturas de las que se suelen examinar los estudiantes a principios de septiembre, parece que este año se están centrando en los idiomas. “Me acaban de pedir un diccionario de latín”, nos dice Fernando, que reconoce que la búsqueda de diccionarios de inglés también está a la orden del día. Otros temas a los que recurren los estudiantes son Derecho, Lengua o Matemáticas.

A pesar de su rebosante actividad, la Biblioteca Municipal goza, a día de hoy, de unos excelentes servicios para su público, y destaca también por su habilitación para personas discapacitadas, con una rampa y ascensores disponibles. “La única queja real del recinto, en base a lo que nos dice el público, es que el sitio podría ser más grande, y que en épocas críticas suele haber ‘overbooking’”.

El personal bibliotecario espera que la afluencia de público empiece a bajar a partir del 5 de septiembre, y calculan que la sala de estudio recibirá a una media diaria de 20 personas, en lugar de las 72 actuales. Si bien los ciudadanos requieren los servicios bibliotecarios para un silencio que les permita concentrarse mejor, también utilizan el centro para sacar diversos libros. Además, todos los años se realizan exposiciones en la entrada del edificio: actualmente está teniendo lugar una sobre alimentos que, según Fernando, está siendo visitada por muchos interesados: “Normalmente viene mucha gente a las exposiciones, y además pregunta cuáles son los libros mostrados y dónde los pueden conseguir”.

Por último, no está de más resaltar que las nuevas tecnologías también se han apoderado del estudio. Fernando cuenta que son muchos los estudiantes (especialmente los que se preparan para las oposiciones a Cuerpos de Seguridad del Estado) que llevan su temario en ‘tablets’, dispositivos que sí están permitidos en la biblioteca. “Si no dejamos que lleven ordenador es por el ruido que produce el teclado”, explica el auxiliar, que entiende que los estudiantes utilicen estos nuevos métodos: “Ahora mismo tenemos a más de 15 estudiantes en la sala principal que están usando ‘tablets’. Estudiar con este aparato puede ser más fácil y rentable, ya que te ahorra tener que tirar de muchos libros, y te permite guardar todo el temario en la memoria del dispositivo para que puedas consultarlo siempre que quieras”.

Loading

Pablo Lafuente Martinez

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€