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Desde mi Balcón

El divorcio es una enfermedad crónica (divorcilalgia)

Son miles las personas que han pasado y pasan por esta enfermedad. Es una epidemia o pandemia porque se está sufriendo en todo el mundo. Al igual que paso en siglos pasados con la tuberculosis, la peste, sífilis, sida, etc. Según informaba este diario hace uso días en un artículo, las parejas que estaban soportando el matrimonio por la crisis, se han cansado y han aumentado los divorcios. Se acerca el verano y las estadísticas afirman que después del verano aumentan los divorcios, ¿Qué esta pasando?.
Pero así es la vida, épocas de vacas flacas y épocas de vacas gordas, lo que pasa, que engordar a las flacas tiene tela marinera. En esta vida se nace con estrellas, o estrellados, o bien estrellados y la suerte te devuelven las estrellas o se nace con estrellas y la vida te convierte en un estrellado, por mala suerte o se encarga el prójimo de ti.

En la unión de dos personas antes se daba por hecho, que una vez que se casaban era para toda la vida. No cabía otro planteamiento, era impensable la separación por muchas desavenencias que hubíeran, pues todas las uniones se realizaban baja la fe católica.

De esta forma hemos estado muchos años, pero los países del norte de Europa dijeron que no. Se liberaron de ataduras y relativizaron el matrimonio y el sexo, cuestión que a los españoles nos producía extrañeza, envidia étc . La influencia no tardo en llegar y comenzaron las separaciones en España, yendo en aumento progresivo hasta nuestros días, en el que el índice de separaciones y divorcios ha aumentado de tal manera, que se prevé para dentro de unos años, que la mitad de la población viva sola, entre viudos- as y divorciados y solteros-as.

Es decir que hemos llegado a la incapacidad de la sana convivencia a causa del egoísmo que nos hemos ido elaborando y por otras circunstancias sociológicas que han influido.

El divorcio es la consecuencia de muchos años atrás en el matrimonio en el que las cósas no van bien y se va aguantando hasta que la situación explota. Claro que en el caso de una infidelidad inesperada y no tolerada, la disolución matrimonial es rápida. De cualquier forma, el sufrimiento está servido.

Y sufren muchas personas: los protagonistas, hijos, padres, y amigos. Comienza a establecerse y a desarrollarse la enfermedad que cursa de diversas formas.

Los preámbulos de la enfermedad cursan con inquietud, se comienza a dormir mal y puede verse alterado el apetito. Después de un tiempo en esta situación dependiendo de cada uno, se comienza a dormir cada vez peor. Hay una falta de concentración y la mente se dispersa, se comienza a tener falta de memoria y comienzan las somatizaciones en función de las intensidad de la tensión entre la pareja.

Cuando se produce los primeros preámbulos de la separación, muchos recurren al psicólogo y al final se termina en el psiquiatra con el consiguiente consumo de ansiolítico, hipnóticos y antidepresivos. Cuando se cristaliza la separación comienza la sangría de los gastos. Los abogados comienzan a entrevistarse y a pedir dinero, el estrés aumenta y el con ello el consumo de fármacos.

Muchas personas comienzan a tener diarreas, dolores de cabeza, mareos, inapetencia, gastritis étc que son somatizaciones de la tensión interior. Como normalmente existe un juicio en el que lo normal es que el hombre sea el perdedor, los síntomas aumentan y algunos tienen que irse del barrio o incluso de la ciudad para olvidar, porque los vecinos se ceban a preguntas y no se consigue pasar un solo día sin hablar del tema, con lo cual aparece un cuadro de obsesión que hace huir de los conocidos.

Dependiendo de la sala, es decir del juez, el resultado se prevé mas o menos, es decir que el mismo caso puede ser interpretado de diferente forma, según el juez, con lo cual entra una incertidumbre que aumenta tu tensión nerviosa y ansiedad. Una vez que se entra en dinámica de los juicios, hay que echar paciencia a la sentencia y más cuando se apela el resultado de la decisión primera del juez, pueden pasar años, con los efectos negativos sobre los interesados pues aparen nuevos cuadros psíquicos de incertidumbre.

Hacen falta más jueces, porque con los retrasos de las sentencias se crean enfermedades, es como si un juez va al hospital y se le dice que en dos años no se puede operar.

Como esta decisión salpica a hijos, abuelos, hermanos, amigos y al demonio, el cuadro se agrava y se opta por el aislamiento y además todos los imprudentes y maleducados ( que son muchos ) le sacan el tema a los implicados, y se sorprenden de que no sabían que eran tan importante para el barrio, y evitan a estas personas. Aparece la pereza de conocer a otras personas y menos a una sola para rehacer su vida. Les entra un miedo tremendo solo el pensar en reanudar otra relación.

Como todas estas tensiones, incertidumbres, ansiedades y llantos, duran tanto, que el cuadro se cronifica, apareciendo sentimientos de despersonalización. Solo se sabe que es un túnel que durara X años, del cual se sale renqueando. El bolsillo se va vaciando entre abogados, pisos de alquiler, psicólogos, medicamentos, étc
El resultado son dos personas solas, llenas de problemas y con un cuadro ansioso psicológico alterado, e instaurado durante mucho tiempo, que en caso de superarlo siempre deja secuelas irrecuperables.

Por ello es necesario que el divorcio sea considerado como una enfermedad, que necesita ayuda psicológica y medica y por parte del sistema sanitario, disponer de abogados contratados que sean remunerados en parte por la tesorería del SAS y por los interesados, pero que sean capaces de aligerar la resolución del problema. Si el estado ha proporcionado un divorcio rápido, debe proporcionar una solución rápida.

Para el tratamiento de esta enfermedad, se necesita proporcionarle a los dos cónyuges tranquilidad y buen asesoramiento por parte de profesionales. Minimizar al máximo sus gastos. Proporcionarles los medicamentos adecuados y una rápida resolución.

Evitar los efectos secundarios que se puedan producir sobre todo en los hijos, que deben ser preservados lo más posible del sufrimiento y que sean custodiados por ambos y no exclusivamente por la madre como ocurre en la mayoría de los casos.

Debería instaurarse un seguimiento de la enfermedad por los médicos y psicólogos desde unidad del divorcio, que deben crearse en los centros de salud, con las revisiónes pertinentes con el objetivo de restaurar en ambas mentes, la serenidad y una calidad de vida lo antes posible.

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