Los trabajos de los médicos forenses de Melilla al cuerpo del joven hallado muerto el jueves totalmente calcinado, en una cueva de la pared rocosa de la playa Horcas Coloradas 1, han concluido al menos en nuestra ciudad pero ahora proseguirán en el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses (Sevilla) -de referencia de Melilla-, donde ayer se enviaron quince muestras recogidas al cadáver así como larvas, para intentar conocer cómo murió esta persona. Según ha podido saber MELILLA HOY de fuentes cercanas al caso, las muestras pertenecen a órganos internos del cuerpo para que en Sevilla continúen con las pruebas de una autopsia muy complicada por el gran deterioro que ha sufrido la víctima, hasta el punto de señalar que "parece un tronco de árbol quemado".
Tan es así que han confirmado la pérdida de sus extremidades superiores e inferiores, manos y piernas, así como la reducción considerable de los testículos y el pene. Si el domingo se señalaba que no se sabía qué podría haber ocasionado que apenas quedaran restos de testículos, si como consecuencia del fuego o de si alguien se los hubiera amputado, hoy se puede afirmar, después de las pruebas realizadas, que han sido como consecuencia del fuego.
La autopsia también descarta que haya señales de violencia como agresión con armas blancas o de cualquier otro tipo, lo que allanaría la tesis de que falleció por su exposición a las llamas.
Ahora lo que intenta averiguar la Policía Judicial de la Guardia Civil es cómo se pudo quemar hasta fallecer, si accidentalmente o por la acción de otra u otras personas. Ahora mismo, con los resultados de las pruebas forenses, todas las hipótesis están abiertas y cualquiera de las hipótesis que se barajan puede darse finalmente, entre ellas el asesinato.
Sobre la edad del fallecido, el gran deterioro de la víctima ha hecho casi imposible conocer cuántos años tiene pero se calcula que podría rondar los 25 años según los estudios de su dentadura.
El caso sigue bajo secreto de sumario y las investigaciones en marcha para conocer qué causó la muerte a esta persona sin hogar, posiblemente extranjero, ya que en las cuevas de esa zona suelen refugiarse tanto adultos como menores, principalmente magrebíes -marroquíes o argelinos-, que o bien se dedican a la delincuencia o aguardan una oportunidad para intentar colarse en los barcos de la Península como polizones.
