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Elkurami: "Elegí venir por Melilla porque era más barato y no había que jugarse la vida”

Mohammed Elkurami, ciudadano sirio de 45 años, reside en el Centro de Acogida de Refugiados de CEAR en Getafe (Madrid) desde mediados del mes de mayo, cuando tocó a su fin una odisea de tres años que le ha llevado a viajar con su mujer y sus tres niños desde su Kobane natal hasta España, entrando por Melilla, pasando por Turquía, Argelia y Marruecos. "Elegí venir aquí porque era más barato y no había que jugarse la vida en el mar", explica. Mohammed Elkurami cuenta sentado en el patio del centro de acogida que se marchó de Siria en 2012 con destino a Turquía y allí fue preparando el camino para que su familia le siguiera. Eran 26 personas, sólo entre hermanas, cuñados, sobrinos y su madre, y poco a poco se fueron dispersando porque no todos iban reuniendo el dinero suficiente para avanzar.

Elkurami es ingeniero
Elkurami es ingeniero, especializado en energías renovables. Trabajaba en una empresa que fabricaba paneles solares. Se describe como clase media acomodada, "gente que igual se deja 200 dólares sólo en una comida". Gastó miles de euros en llegar hasta Melilla y se aprendió de memoria las tarifas de cada opción, sopesando cada euro y cada riesgo. Concluyó que tratar de llegar a Alemania sería más caro y más peligroso.
"Antes de que Argelia impusiera la visa de tránsito a los sirios, a principios de 2015, se llegaba de Turquía allí y después a Melilla 1.500 euros (por persona) y sin peligro para nuestras vidas y las de nuestros hijos. Podíamos ir en avión a Argelia y luego caminar hasta la frontera y llegar a España. De ese modo no teníamos que cruzar el mar. No podíamos poner a los niños en esa situación", afirma Elkurami.

Optaron por esta vía tras descartar el resto. Cuenta que "hay muchas formas de llegar" pero no todos tienen el dinero suficiente para hacerlo. "Una forma es que te den un pasaporte europeo de alguien que se te parece para ir a cualquier lugar de la UE. Si tienes suerte, pagas entre 10.000 y 12.000 euros por persona", explica.

Para la ruta marítima, "si es una vía segura y garantizada, cobran 2.500 euros sólo para llegar a Grecia y desde allí hay que pagar mucho más dinero para poder llegar a otro lugar". Dice que la situación en esta ruta ha cambiado desde la muerte de Aylán, el niño sirio de tres años cuya imagen yaciendo en una playa turca dio la vuelta al mundo.
"Entonces se necesitaban en torno a 40.000 euros, pero eso era antes de lo que pasó en Grecia, con el niño ahogado en la playa. Ahora, como mucha gente sabe que somos refugiados y necesitamos apoyo, les ayudan sin cobrar dinero. Les están ayudando gratis", asegura.

200 euros por pasar la frontera
Cuando murió Aylán, él y los suyos ya estaban en Melilla. Pagaron 200 euros por persona a "una mafia" para que les cruzase la frontera de Argelia con Marruecos "por la noche" –"para mí no había problema pero era peligroso para mis hijos, estaban asustados por la policía y todo eso"–. Una vez en el lado alauí, un coche les llevó hasta Nador, desde donde llegaron andando al puesto fronterizo de Beni Enzar, con sus oficinas de asilo ya funcionando.
"A mi mujer y a mis hijos les dijeron directamente 'pasa', 'pasa', porque parecen españoles, pero a mi me pararon. Dije que quería pedir asilo, pero como era sábado no había gente y nos mandaron directamente al CETI. No nos preocupamos por eso, nos preocupábamos por el futuro, porque sabíamos que todas esas cosas eran temporales", relata este kobaní.

Casi tres años después de salir de Siria, habían llegado por fin a España, pero lo que encontraron estaba lejos de lo que esperaban. "El CETI tiene capacidad para 400 y vivíamos 1.500 personas. No está preparado para estas personas, no está listo. Ese es el primer problema que ves cuando llegas a España", afirma.

Estuvo allí con su familia 54 días antes de ser trasladados por las autoridades en un ferry a Málaga, desde donde les derivaron a Madrid. Es consciente de que tuvieron "mucha suerte" porque "algunas personas se quedan 6 meses allí", intentando concentrarse en el siguiente paso. "En el CETI no puedes pensar en nada. Sólo a qué horas comerás y cómo harás para poder ir al baño", apunta.

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Redacción

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