El 27 de noviembre se cumplirán tres años de la acusación por presunto tráfico de drogas que concluyó, en la denominada Operación Calzada, con la imputación, además de otras personas, de cuatro Guardias Civiles, tras una instrucción liderada por el jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla, el capitán Sergio, una instrucción que, según el representante de las familias de los afectados en declaraciones realizadas a este periódico, «todavía, tres años después, no se ha cerrado». El capitán Sergio -según le denomina el representante de los familiares- es «el jefe de la esclavitud, el que hace y deshace, el que consiente la vulneración de los derechos fundamentales y por eso queremos hacer saber a la opinión pública lo que está ocurriendo con algunos Guardias Civiles, como nuestros familiares imputados, y con muchas personas de la calle».
Hay compañeros maravillosos -añade el portavoz de los familiares imputados- «pero a algunos, como el cabo Andy y el guardia Aceituno, los echaron de aquí, al segundo tras lo de Salander, y también parece que quieren quitar al capitán Sergio, pero hacen falta más personas que presenten denuncias en los medios de comunicación, que pierdan el miedo a decir la verdad». Al mismo tiempo recordaban que «el capitán anterior, Power, está imputado por tráfico de drogas, pero fue trasladado a Málaga y ascendido a comandante».
«Una vez que detuvieron a los cuatro guardias civiles y los maltrataron psicológicamente, los coaccionaron y los amenazaron en los calabozos, el capitán Sergio y los suyos se fueron a festejarlo al Bar Entrevinos», dice el portavoz de la familia, que también acusa de que «se vulneran, una y otra vez, vía escuchas telefónicas, los derechos fundamentales de los ciudadanos, el secreto en las comunicaciones, se penetra en los domicilios sin estar el secretario judicial, se pierde parte del dinero en los registros» y así un largo etcétera.
Angustiosa llamada
El portavoz de los familiares de los guardias civiles imputados, añade que, dentro de la Guardia Civil, en la que existen personas maravillosas, insisten, «hay muchísimo miedo, como también en la sociedad en general, a decir la verdad, a contar lo que pasa» y terminan realizando «una angustiosa llamada para que la gente reaccione y pierda el miedo».
En el caso de nuestros familiares, «estamos seguros de que saldrán libres, pero el daño, como en tantos otros casos protagonizados por el capitán Sergio, ya está hecho», concluyen.
