Un grupo de entre 70 y 80 refugiados sirios entraron ayer a Melilla a la carrera por el paso fronterizo de Beni-Enzar. Los inmigrantes aprovecharon uno de los momentos de más trasiego en la aduana para protagonizar esta entrada masiva, poco antes de las 7.30 horas, cuando había una importante aglomeración de trabajadores transfronterizos y porteadores junto a la puerta de acceso de los vehículos. Este incidente, que se saldó sin heridos, afectó al normal funcionamiento de la frontera y por ende, al intercambio comercial entre los dos lados de la frontera, lo que provocó una vez más el enfado de los comerciantes, que vieron perjudicadas sus ventas. Según informaron a MELILLA HOY fuentes policiales, la entrada peatonal a Melilla estuvo cerrada unos diez minutos, mientras que Marruecos restringió los accesos en su lado durante una hora, aproximadamente. Las autoridades marroquíes volvieron a abrir su frontera sobre las ocho y media, aunque la normalidad no se restableció hasta bien entrada la mañana, ya que el paso de personas fue intermitente después del incidente.
Los refugiados sirios entraron a nuestra ciudad corriendo a través del acceso peatonal y el de vehículos. Al llegar hasta suelo español, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no les pusieron impedimento para entrar tras comprobar que llevaban pasaportes sirios y que querían pedir asilo en la Oficina de Protección Internacional, situada justo tras el control de seguridad del lado español de la frontera.
A diario
El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, se refirió a este asunto varias horas después al asegurar que capítulos como el de ayer han ocurrido “prácticamente todos los días” desde hace varias semanas, ya que los refugiados “aprovechan” un momento de aglomeración de porteadores marroquíes “para entrar a la fuerza”, a pesar de que “España no les está poniendo ningún problema” para llegar a Melilla.
“Pueden entrar con tranquilidad, sin ningún tipo de problema, presentando la documentación y diciendo qué es lo que necesitan, que se lo estamos dando. ¿O alguien puede ponerlo en duda?”, preguntó el delegado al recordar que “para eso están las oficinas de asilo funcionando”.
En este sentido, dejó claro que “España cumple con sus compromisos internacionales” y la prueba está en la creación de una oficina de protección internacional, inaugurada por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el pasado mes de marzo.
Eso ha supuesto que España “se ha adelantado” en Europa para atender a los ciudadanos sirios, pero a cambio pide que esas entradas se hagan “en orden, presentando la documentación y solicitando asilo”, un derecho que no todos ejercen porque quieren pedirlo en otros países europeos.
El Barkani dijo ser consciente de que estos inmigrantes “huyen o han huido de una zona de conflicto”, pero “por fortuna ya están lejos” y fuera de peligro, de modo que su pretensión de entrar a Melilla pueden realizarla “de manera más tranquila, más pausada y en un orden que se pueda satisfacer esas demanda”.
Es necesario, por lo tanto, “cumplir con unos mínimos preceptos legales” y utilizar las fronteras “por los cauces normales”, sin necesidad de “entrar en avalancha”, dijo el delegado del Gobierno tras admitir que se produzcan incidentes “en una zona tan caliente y dinámica como es el paso fronterizo”. No en vano, subrayó que es en estas infraestructuras “donde hay que compaginar todo: seguridad, agilidad, tránsito de mercancías y vehículos”. Mantener un equilibrio entre todas es “un asunto muy difícil” que se complica cuando, como ayer, ocurren incidentes como la entrada de ayer.
La denuncia de las ONG
La afirmación de El Barkani respecto a que España no está poniendo problemas para que los sirios entren en Melilla da pie a preguntarse por qué, entonces, acceden a la carrera como ocurrió ayer. La respuesta puede encontrarse en la denuncia reiterada de varias ONG sobre las supuestas 'mordidas' que presuntamente deben pagar los refugiados a las mafias para poder pasar la frontera desde Marruecos a Melilla, que ha llevado en los últimos meses a organizar protestas y aglomeraciones al otro lado de la valla.
