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Templos cerrados o con culto los fines de semana, edificios y que funcionan más como museos, constituyen un repaso a esa realidad que analiza Enrique Delgado en este artículo

La situación de la Iglesia Católica en Melilla, en mínimos históricos

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En Melilla hay dos iglesias completamente cerradas (La Asunción en el Tesorillo y Cristo Rey en el antiguo hospital militar. Hay una, la Medalla Milagrosa, solo con culto dos días en fines de semana y con actividad esporádica y que permanece cerrada de lunes a viernes. Santa Mª Micaela y San Agustín, abren en horas de culto y algunas horas por la mañana, y se mantienen activas gracias a las catequesis y otros ritos católicos como bautizos y comuniones. La Iglesia de La Purísima en Melilla La Vieja es un museo, y se mantiene con la ayuda de voluntarios/as. Salvo en actos oficiales carece de actividad. La Iglesia Arciprestal del Sagrado Corazón, es una iglesia fantasmal. Es la que más tiempo permanece abierta, pero está casi completamente vacía. En sus otrora activos salones, no hay ahora actividad alguna.

El despacho parroquial está cerrado casi la totalidad de la semana, y el registro, tras la salida del archivero el pasado 31 de julio, está también cerrado tres días en semana, siendo ahora atendido por un sacerdote. Los colaboradores laicos han huido o han sido invitados a marcharse. No hay nadie que se haga cargo de nada. No hay relevo posible. La parroquia de San Francisco Javier carece de titular, y en otras, un solo sacerdote debe hacerse cargo de hasta tres parroquias.

Hay dos excepciones, una es la iglesia castrense de la Inmaculada Concepción, que al depender del Arzobispado Castrense, no está afectada por la situación general de decadencia del Arciprestazgo de Melilla. La otra excepción es la de la capilla del Centro Asistencial, atendida por monseñor Buxarrais, próximo a cumplir los 86 años. Su ejemplo es absolutamente heroico y santo, celebrando misas en otras parroquias, como San Agustín y Castrense, en sustituciones de otros compañeros.

En noviembre de 2011 el Obispado de Málaga-Melilla, puso fin a la presencia de los Padre Paules en Melilla, y decidió su sustitución por sacerdotes diocesanos. La apuesta por la renovación fue muy grande, y cuatro años después no parece haber salido muy bien, o cubierto las necesidades y atenciones que antes cubría la comunidad Paúl, recluida ahora en su "Numancia" de Santa Mª Micaela.

La llegada del Obispo de Málaga Monseñor Catalá Ibáñez
El obispo de Málaga Monseñor Jesús Catalá Ibañez llegará el próximo día 2 de noviembre y permanecerá en la ciudad hasta el día 4. Pese a la importancia y duración de la visita, no se ha facilitado nota de prensa de sus actividades, ni de la posibilidad de comunicarse con Su Ilustrísima, fuera de los encuentros oficiales que tenga programados.

La Vicaría Arciprestal carece de oficina de información y de comunicación. La relación de la Vicaria episcopal en Melilla hace ya aguas por todos lados. Tiene problemas de comunicación y de relación con los propios feligreses y con el resto de la ciudad. No hay posibilidad de obtener información de ningún tipo relacionada con la iglesia en Melilla. Estamos frente a un máximo representante de la Iglesia en Melilla, que ni siquiera saluda a quienes no considera afines y que niega de modo directo la palabra a sus interlocutores.

La situación es tal, que mucha gente de iglesia, hombres y mujeres, tienen miedo a hablar, incluso cuando se les pregunta de modo directo. Muchos de ellos son hombres y mujeres de iglesia, que nada tienen que perder o temer, y que pese a todo cuentan, pero no llegan a decir.

La iglesia significa comunidad o asamblea, y no puede pertenecer a un párroco, a un vicario o a un grupo de fieles. La sensación es que o se comulga con ruedas de molino, o muy poco hay ya que hacer, para salvar un mundo que en Melilla parece desvanecerse.

En Melilla han pasado muchas cosas, siguen pasando y lo más cómodo, pero también lo más desmoralizador es el silencio. Es verdad que cada sacerdote o vicario tiene sus peculiaridades. También es cierto que muchos de esos grupos llamados capillitas, utilizan la iglesia para medrar y tener cierta notoriedad social, como denunciara el Papa Francisco. Es también cierto que nadie está libre de pecado y que es difícil escoger entre uno y otro bando.

La mezcla de política y religión en la ciudad resulta deprimente. Las últimas condecoraciones de las cofradías claman al cielo. Hay muchos problemas ocultos y que llevan años sin resolverse.

La remoción constante de sacerdotes no ayuda mucho, pues cuando una comunidad ha sintonizado con su párroco, éste vuelve a ser renovado y hay que empezar desde el principio. La situación de los colaboradores en archivos debe ser también definida, pues suele cambiar junto con el párroco, y el nuevo titular puede no sintonizar con lo anterior.

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