A pesar del mal tiempo, miles de melillenses acudieron ayer al Cementerio de la Purísima Concepción. Nada ni nadie impidió la afluencia masiva en la celebración de Todos los Santos, en un cementerio que fue un constante ir y venir de gentes de todas las edades, que acudían con gusto a cumplir con la tradición. Si dentro se respiraba tranquilidad, en la calle el trasiego de los puestos de flores y la búsqueda de aparcamiento pusieron la nota anecdótica. Entre tanto, en el interior de un camposanto que ya tiene 123 años de historia, las familias acudieron a esta cita en silencio o casi susurrando, compartiendo recuerdos, a veces en silencio, delante de la sepultura del ser que les dejó. Después, a recorrer los sepulcros de amigos y vecinos, los majestuosos pabellones militares y la tumba del 'Soldado de los Milagros', en la que dejar un ramo de flores.
El día de Todos los Santos también permite reencontrarse con amigos y vecinos en este acto social, ya sea para intercambiar saludos como para ponerse al día de las últimas cuitas familiares. En los corrillos, se intercambian lágrimas y palabras de consuelo, risas y algún cotilleo, y hay también quienes pretenden arreglar el mundo. Pero sin lugar a dudas el tema que de forma reiterada más se oye son las quejas del precio de las flores, algo ya habitual en este tipo de citas.
Al margen de esto, lo importante fue reencontrarse con los familiares y amigos ya fallecidos, y a los que tanto echan de menos.
