Duro correctivo el encajado ayer domingo a domicilio por la U.D. Melilla ante un Real Jaén que acabó gustándose sobre el césped de La Victoria para finalmente rubricar su jubilosa mañana con una manita. El partido de los hombres de Fernando Currás no fue nada bueno durante ninguna fase ni en ningún aspecto, pues encajaron un tempranero gol antes de cumplirse el minuto diez de juego para después perder toda opción de sumar algo positivo a la llegada del tiempo de descanso, cuando el marcador reflejaba un claro 3-0.
En la segunda parte, los melillenses no dieron señales de vida, apenas generaron algún acercamiento, y el Real Jaén dominaría muy fácil ante un rival con la moral por los suelos y sin apretar demasiado firmaría un resultado tan contundente como doloroso.
El Real Jaén comenzó sin pausa y en los primeros instantes del choque agarró la pelota para si y tomar la manija del encuentro. La internadas al área melillense se sucedieron desde el primer minuto con serios avisos al portal de un atareado Dani Barrio. Así, en el minuto ocho, llegó el primer tanto, tras un balón que quedó suelto en el interior del área Álex Cruz que acertó a pegarle raso y duro para hacer el primer gol en La Victoria.
Tras el gol, el Real Jaén seguía muy animado, incluso más que en otras ocasiones, mientras que el Melilla no podía frenar al equipo de Gonzalo Arconada. La salida de pelota desde campo propio era muy cómoda para los locales y muy trabada entre los visitantes. Así, Óscar Quesada y Pablo Ortiz daban muy buenos primeros pases para poner en circulación la pelota.
Desde el costado derecho nacería el segundo tanto. Corría el minuto veinte y cuatro, cuando Álex Cruz recibió en el costado derecho un buen envío de Pablo Ortiz y tras controlarlo puso franco el balón a Sergio Molina, que sólo tuvo que rematar fácil a la red y hacer el segundo gol.
De ahí al descanso, el local Nando también se prodigó en ataque desde su carril izquierdo, realizó una jugada personal que concluyó con un remate de cabeza pero la pelota se marchó fuera.
El Melilla no podía salir de su campo y a la media hora Fernando Currás movió ficha, sustituyendo a un centrocampista por otro, es decir Manolo por Plata. Pero la cosa no funcionó y el Real Jaén siguió mandando con puño de hierro.
Poco antes del descanso llegó el tercer tanto de los jienenses, Hugo Díaz remató en el segundo palo sin oposición un centro certero llegado desde el costado derecho, Dani Barrio repelió el remate en primera instancia, pero el rechace quedó en el corazón del área y apareció Santi Villa para ejecutar al Melilla de media chilena, marcando un bonito gol que fue muy aplaudido en la grada.
Reanudación
A la vuelta de los vestuarios, el dominio del Real Jaén siguió siendo incontestable, con el once blanco muy ambicioso y gustándose en el césped.
Los locales generaron diversas ocasiones peligrosas, pero de nuevo Santi Villa fue el encargado de marcar con otro buen remate cruzado que se coló pegado al palo izquierdo de Dani Barrio. La grada rugió en forma de ovación y esos gritos se prolongaron con la sustitución de Óscar Quesada, que dejó su puesto en el campo a Cala bajo un ambiente de mucha fiesta.
El Melilla tuvo algo más de peligro en este periodo que en el primero, pero no disparó a puerta, principalmente por mediación de Diego Cascón, curiosamente ex jugador del Real Jaén, pero su insistencia era proporcional a su solicitud y sus remates no llegaron a nada y Felipe Ramos no tuvo demasiado trabajo para bloquearlos.
El Real Jaén no aflojó demasiado y el quinto gol llegó desde los once metros a diez minutos de la conclusión. Nuno Silva provocó un penalti al rematar en el área y pegarle el balón en la mano a un defensor melillense de forma clara. La pena máxima se encargó de trasformarla el propio jugador portugués.
El cuadro que dirige Gonzalo Arconada endosó cinco goles a un Melilla muy flojito atrás, sin ideas para sacar la pelota y sin pólvora en la zona ofensiva.
El cuadro melillense no consigue salir del pozo y la crisis extradeportiva se trasplanta y arraiga en los terrenos de juego. Una nueva derrota, esta vez sin paliativos, para un grupo muy tocado en lo moral.
