¿Pero en qué manos ha caído la Unión Deportiva Melilla?. ¿Qué clase de dirigentes tiene, empezando por su presidente, primer responsable del club decano del fútbol melillense y del Grupo IV en el que milita de la Segunda División B?. ¿Y para que entrara este señor echaron de la presidencia a Francisco Molina?. Si, echado por quienes en aquella fecha manejaban el cotarro futbolístico -todavía quedan algunos- para meter a quien va a llevar a la U.D. Melilla a la ruina, económica y deportiva. Ahora resulta -cosa que yo ignoraba por completo- que no sólo se debe a Hacienda, a la Seguridad Social y vaya usted a saber a quienes más. Se debe al entrenador y a la plantilla de jugadores, según parece tres mensualidades. Todos ellos con sus compromisos como cualquier ciudadano normal y corriente, que tiene una familia que mantener. ¿Y esto por qué no se ha dicho hace ya tiempo, empezando por el entrenador que, cada vez que ha hablado de cierto problema de régimen interior no ha ido por lo claro?. Pues esa postura ha dado lugar a que se cargue contra el equipo cada vez que conseguía un resultado adverso, empezando por el que esto escribe, que lo ha hecho en un par de ocasiones, la última el pasado miércoles en que pedía hasta la marcha del responsable técnico de la plantilla.
¿Qué está pasando con esas cantidades de millones -si habláramos en pesetas- que está aportando el Gobierno de la Ciudad a las arcas del club un año tras otro?. Creo que un millón de euros (166 millones de las antiguas pesetas) de vez en cuanto otras ayuditas, como la última, según tengo entendido de unos 200.00 euros. Y a todo esto, como he dicho antes, con una deuda de órdago con Hacienda, otra con la Seguridad Social (que tiene mandanga) y, para colmo, lo que se debe a jugadores y cuadro técnico del equipo. ¡Y tienen el cinismo, por no decir otra cosa más fuerte, tanto el presidente como su Junta Directiva, los días de partido en «Álvarez Claro», colocarse en el palco para exhibir la desastrosa labor que están haciendo desde que se hicieron cargo de su destino que, por el camino que lleva -aparte estar ya en la ruina- a su posible desaparición. Que si llega el caso, ellos se irán como si aquí no hubiera pasado nada. Pero fíjense, aficionados incondicionales de la U.D. Melilla, no son sólo ellos, el presidente y su Junta Directiva, los responsables de lo que ocurre, sino quién o quiénes se cargaron a Francisco Molina para colocar a todos ellos. ¡Qué lástima de U.D. Melilla en sus manos.
