El esfuerzo ha sido notable, pero tiene que ser aún mayor y con más velocidad de reacción para dar una mejor respuesta a personas que tienen derecho al asilo, al que España debe responder en virtud de los acuerdos internacionales que tiene firmados. Sólo así se podrá evitar que el problema con el que ya vienen estas personas vaya en aumento Hoy damos carpetazo a un año 2015 muy intenso informativamente hablando. Un año marcado por la celebración de varios procesos electorales en España, como las generales de hace apenas diez días, las autonómicas de mayo y las elecciones que se celebraron en Cataluña y Andalucía, cuyo interés ha trascendido las fronteras regionales de esas dos comunidades autónomas. Pero además de por las constantes llamadas a las urnas que hemos tenido en este año, si por algo se ha caracterizado este 2015 es por el drama de los refugiados sirios. Este problema no empezó este año, pero ha sido en estos últimos meses cuando las consecuencias del problema que se vive en Siria desde el inicio de la guerra ha sobrepasado todos los pronósticos con un éxodo de miles de familias que emprendieron la huida del terror con el único objetivo de sobrepasar las fronteras europeas y sentirse, al fin, a salvo.
En Melilla el drama sirio lo estamos viviendo muy de cerca. No en vano, nuestra ciudad se ha constituido en la principal vía de entrada de refugiados a España, tal y como demuestran las estadísticas oficiales de entidades independientes del Gobierno como es ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, que ayer publicamos en MELILLA HOY. De las 12.500 solicitudes de asilo que se han presentado en España, alrededor de 6.000 se han formalizado en Melilla, ciudad donde hasta hace bien poco apenas se registraban peticiones por una falta de confianza en el sistema por parte de los inmigrantes, incluidos aquellos en los que estaba claro que eran potenciales solicitantes por el peligro que corrían sus vidas si volvían a sus países de origen.
Las estadísticas evidencian que esa situación se ha revertido, pero aún queda mucho por hacer teniendo en cuenta que el drama sirio va en aumento. Este año se ha triplicado la llegada de refugiados hasta Melilla, donde hemos recibido a más de 7.000. Estos fríos números dan una idea de la dimensión del problema, durante un tiempo coexistente con la presión subsahariana, que ha sobrepasado la capacidad de respuesta que se podía dar en muchas ocasiones en Melilla.
Es cierto que se ha mejorado en los últimos meses porque ahora la situación se está sobrellevando mejor que en los inicios, con una oficina de protección internacional abierta y un CETI que se está ampliando y reformando para dar respuesta al nuevo perfil de sus ocupantes, que son fundamentalmente familias con niños pequeños. El esfuerzo ha sido notable, pero tiene que ser aún mayor y con más velocidad de reacción para dar una mejor respuesta a personas que tienen derecho al asilo, al que España debe responder en virtud de los acuerdos internacionales que tiene firmados. Sólo así se podrá evitar que el problema con el que ya vienen estas personas vaya en aumento, y lo más importante: agilizando el sistema de asilo, se mejorará la respuesta al que de verdad merece acogerse a esta protección internacional y se desincentivará al que lo solicite aún sabiendo que no cumple las condiciones.
