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El foco de Roldán

¿Hasta cuándo vamos a aguantar?

Sí, hasta cuándo vamos a aguantar los melillenses a tanta gentuza, tanto mangante, tanto delincuente venido de Marruecos, de Argelia y de otros lugares, hasta cuándo…?
Pues eso creo que deben saberlo las autoridades competentes, las que tienen la sartén por el mango para cortar por lo sano con lo citado y la prostitución callejera, que este es otro cantar; otro problema gordo que, por lo mucho que se viene denunciando, no hay quién lo arregle.

Y no hay quién lo arregle porque, quien puede hacerlo, por un oído le entra lo que se le diga y por otro le sale.

El lunes, viendo un informativo de Cablemel-Televisión, vi el atraco violento del que fue objeto una señora cuando, ya en el portal de su vivienda, fue asaltada por un individuo que resultó ser un argelino con numerosos antecedentes por hechos parecidos. Vi con toda claridad gracias a la grabación registrada en la cámara de seguridad instalada en el mismo portal, como el canalla delincuente lanzaba al suelo a su víctima tras propinarle un fuerte empujón para arrebatarle el bolso del que se llevó cierta cantidad de dinero y el teléfono móvil. Fue una agresión brutal, que, afortunadamente, no tuvo otras consecuencias si la señora se hubiera golpeado más fuerte contra la pared que dio en su caída, mientras el delincuente salía a la calle con absoluta tranquilidad.

Decía el informador de la citada cadena que el mangante fue detenido después, sobre mediodía, por la calle García Cabrelles, que, estoy seguro, iría buscando a otra persona, mujer u hombre al que dar el golpe y llevarse sus pertenencias, agrediéndole si fuera preciso caso de encontrar alguna resistencia.

Pues como este sujeto, aunque alguna que otra autoridad diga que la cosa en cuanto a delincuencia no es tanto a nuestra ciudad, los tenemos que deambulan por nuestras calles como si lo hicieran en sus casas. Con toda tranquilidad, siendo lo más lamentable en el caso del sujeto citado que, por los informes que de él se tienen, cuenta con un buen historial delictivo, y ahí lo teníamos, hasta su nueva detención con el hecho cometido, disfrutando de su estancia en nuestra ciudad como si se tratara de un turista. Y esto yo no lo entiendo: que un delincuente profesional con el citado historial se esté paseando por Melilla como si se tratara de un ciudadano normal y corriente. ¿Qué clase de leyes tenemos para que estos tíos los tengamos aquí cometiendo las fechorías que les vienen en gana y no se proceda contra ellos como debería hacer? Una vez cumplida la condena que le caiga, mandarlo a su país de origen de una puñetera vez y, después, controlar, como debe controlarse, el que no vuelva a entrar en Melilla. Y de igual forma hay que proceder con el puterío callejero, en el 95 por ciento de los casos, originario también de Marruecos y Argelia. No hay otra solución para terminar con esa lacra que nuestra ciudad viene padeciendo hace ya algún tiempo, y todo porque las Leyes sobre dichas cuestiones son una verdadera mierda. Las mismas que “amparan” a esos niñitos que aquí tienen un centro para ser acogidos y cuya mayoría se dedican al raterío para sufragar sus vicios y provocar, como ha ocurrido en lo que fue la residencia de oficiales del Ejército, un incendio que no ha tenido peores consecuencias gracias a la rápida actuación del Servicio Contraincendios. Pues también a estos “aprendices” de delincuentes hay que mandarlos para que se reúnan con sus respectivas familias, que las tienen en el vecino país.

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