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El ejemplo de Melilla

Estas son las cosas que diferencian a Melilla de muchos otros puntos del mundo, donde se demuestra que la convivencia es posible y todos pueden disfrutar de las fiestas de todos: del Aid El Kebir o Ramadán de los musulmanas, Januká de los judíos o la Navidad de los cristianos, por citar algunos ejemplos, tal y como estamos viendo en estas tres últimas semanas Tras el éxito de ayer de la chocolatada, con cientos de personas disfrutando de sus respectivas porciones de roscón de Reyes y su correspondiente chocolate líquido, y al más que previsible éxito de esta tarde de la Cabalgata de Reyes, donde está previsto que acudan miles de personas a pesar de la amenaza de lluvia y viento, las fiestas de Navidad entran en su recta final.

Han sido tres intensas semanas de mucha fiesta que arrancaban con las vacaciones escolares y el Sorteo de la Lotería del 22 de diciembre, seguido de la Nochebuena y Navidad; posteriormente la Nochevieja y Año Nuevo y ahora Reyes.

Son celebraciones en las que prevalecen los encuentros familiares y donde, más que nunca, las sensaciones y emociones se disparan cuando se recuerdan a los ausentes o los que lo están pasando mal, tanto familiares como amigos.

Además, aunque estas fiestas tienen una connotación religiosa muy clara, como es la celebración cristiana del nacimiento del Jesucristo, es indudable que también tienen un carácter muy social. De este modo, en una ciudad como Melilla, donde conviven personas de diferentes religiones, todos han festejado, de un modo u otro, la Navidad, con las comidas de empresa, la ilusión de "El Gordo" de Navidad, las cenas especiales, la asistencia a lugares de marcha por Nochebuena y Nochevieja, el disfrute de la chocolatada y hoy de la Cabalgata, y mañana de la propia jornada de Reyes, con los regalos para los más pequeños de la casa.

Estas son las cosas que diferencian a Melilla de muchos otros puntos del mundo, donde se demuestra que la convivencia es posible y todos pueden disfrutar de las fiestas de todos: del Aid El Kebir o Ramadán de los musulmanas, Januká de los judíos o la Navidad de los cristianos, por citar algunos ejemplos, tal y como estamos viendo en estas tres últimas semanas.

Esto es lo que engrandece nuestra ciudad y sirve como ejemplo para todos los lugares, en los que la conflictividad es una constante. Por fortuna, esto no ocurre en Melilla y debemos alegrarnos por ello porque la convivencia es muy frágil y entre todos debemos cuidarla, porque es uno de los bienes más grandes y preciados que tiene este trozo de España en el Norte de África.

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