Francisco Javier Benayas Pagán lleva casi cuatro décadas ligado al deporte y de forma específica al baloncesto, habiendo sido jugador de un buen número de equipos locales, y desde la temporada 1982-83 es entrenador. Esta trayectoria como técnico ha motivado que por sus manos hayan pasado quienes después han sido algo en el baloncesto local, nacional e incluso internacional, como ocurre en estos momentos, en que algunos de nuestros jóvenes valores lucen ese entorchado. Por eso, los periodistas deportivos optaron, tras la votaciones consiguientes y la formación de una terna finalista, por concederle el Premio Defensa y Dedicación al Deporte 2015, que patrocina el Área de Deportes de la Ciudad Autónoma. Y es que no hay que olvidar que existen deportes que son historia viva en nuestra ciudad. Y uno de ellos es el baloncesto. Aquellos partidos de la Plaza de Toros, de La Hípica (posteriormente en su pabellón), de la Plaza Bandera de Marruecos, de la cancha de la Plaza de España, del Lázaro Fernández, del Ciudad de Melilla (hoy Javier Imbroda ) o del flamante Guillermo García Pezzi están en la memoria de generaciones. Pero también es justo recordar que Javier Benayas que hizo sus pinitos en el fútbol, militando en el Estrella 08, Arenal e Industrial, en las categorías infantil y juvenil.
Sin embargo, a Benayas Pagán se le asocia, y siempre se le asociará, al baloncesto, deporte que sigue practicando con equipos veteranos, tras haber militado en La Salle, Baloncesto Melilla, Centro Hijos de Melilla, Juventud y Policía Local, en los que llegó a destacar (incluso en Segunda División), pero donde de verdad ha puesto una pica en Flandes ha sido como entrenador.
Javier Benayas se inició en la temporada 1982-83 en el Buen Consejo para pasar al Centro de Hijos de Melilla, C.B. Melilla, La Hípica, Juventud Melilla y Enrique Soler, y retornar, en la temporada 2000-01, al Club Deportivo La Salle, del que actualmente es vicepresidente y director técnico.
También ha dirigido, en distintas temporadas, a selecciones locales, tanto masculinas como femeninas, entre ellas las de minibasket, infantiles y cadetes, y ha participado en muchas ediciones de los campus de tecnificación y entrenamiento, fruto de sus titulaciones como entrenador de nivel 1, nivel 2 y superior, éste último obtenido en Zaragoza en el año 1992.
Treinta y cinco años dedicados en cuerpo y alma a un deporte, no es algo que esté al alcance de todos, especialmente en unos tiempos en que la diversificación parece ser la base de todo éxito. Treinta y cinco años que dan para mucho. Incluso, como ahora ha ocurrido, para conseguir uno de los más preciados galardones de cuantos entrega la Asociación de la Prensa Deportiva en su anual Gala del Deporte.
