Muchas personas, cuando van a cualquier cementerio, para visitar a sus deudos, sea por despiste, o porque no les importa, suelen pisar las tumbas, como si estuviesen paseando por un césped de cualquier parque. Entonces los que están enterrados, disculpándolos dicen, con humildad: «A veces, cuando alguien pisa nuestra fosa, se pueden escuchar nuestros quejidos dolientes, pero sabemos que con su sola presencia alegra la pesadumbre que nuestras almas irradian». Hoy quien escribe la carta es un joven sargento salmantino, y dice así:
«Queridos melillenses: me llamo Manuel Gallego Estévez, y soy Sargento de Infantería del Bon. de Chiclana nº 17. Os escribo desde el Panteón de Margallo, aquí en La Purísima. Nací en Saucelle, un pueblecito de Salamanca, entre las calles Altozano y San Lorenzo. Y ya ven ustedes, solo tengo 22 años. Ingresé como voluntario en el Ejército, en marzo de 1907; y el 1 de agosto de ese mismo año me ascendieron a Cabo, y por elección, ese mismo día me hicieron Sargento. A mi siempre me atraía la vida militar, y como no era mal estudiante, ascendí rápidamente, siendo destinado al de Chiclana nº 17; destino que tenía cuando los moros me mataron el 20.09.1909, en Taxdir. Aquí a mi lado tengo a un soldado extremeño, de mi mismo batallón. Como él no sabe escribir, me ha rogado, por favor, que ponga sus datos en esta carta, para que cualquiera que la lea, sepa quien es, y donde nació. Este soldado se llama: Ramón García Díaz, y nació cerca de la calle Real, de Valverde de Llerena, un pueblo de Badajoz, cercano a Ahillones. Desde muy pequeño ha trabajado la tierra, y su incorporación al Ejército, dice que fue como un alivio. Yo he llegado a tomarle aprecio, porque es muy servicial; y a cada momento me está dando las gracias por enseñarle las letras para que pueda leer él solo las cartas de sus padres, que un señor muy mayor, de su pueblo, que «lee de corrido», suele escribirles, cosa que hasta que nos han matado a los dos, yo, muy gustoso lo venía haciendo, aunque a veces lo veo un poco preocupado, porque cree que a mí me molesta leerle las cartas de su familia. Tengo que decir que Ramón es dos años mayor que yo, tiene 24, y parece mi sombra. Lo mataron el 30.09.1909, en el Zoco de Beni Bu Ifrur. Al llegar aquí, desolado, y dolorido aún por las heridas que le causaron la muerte, solamente al tocarle el hombro, y llamarlo por su nombre, perdió la compostura, abrazado a mi, y bañado en lágrimas por la emoción, solo me decía, en voz muy baja: «Gracias Dios mío, por dejarme junto a mi sargento». «Ramón, creo que vamos a estar aquí, juntos para toda la eternidad», le dije. Y aquí estamos los dos, rogándoles a todos los que lean esta carta, que cuando visiten este jardín tan bonito, nos dirijan una mirada, con una pequeña sonrisa. Reciban un abrazo con todo nuestro cariño».
Esta carta que el joven Sargento, Manuel Gallego, nos escribe hoy, ha hecho trasladarnos a aquél mes de julio de 1909, cuando el sol se quebraba por las piedras de los barrancos pelados del Gurugú. Pedazos que herían, y mataban, con saña a nuestros héroes, bajo la lluvia de balas de los moros. Giuseppe Ungaretti, escribió hace muchos años unos versos que yo los transcribo aquí, y se los leo a todos nuestros héroes: «Dejad de matar a los muertos/ no gritéis más, no gritéis, / si les queréis todavía oír/ si esperáis no perecer. //Tienen un susurro imperceptible,/ no hacen más rumor/ que el crecer de la hierba,/ alegre donde no pasa el hombre».
Debo recordar a los lectores que los nombres de estos héroes, poblaciones de nacimientos, lugares donde cayeron, fechas, e infinidad de datos, que yo resumo en estas pocas líneas, están entresacados de los libros de Historia Militar, publicados por la Comandancia General de nuestra ciudad.
Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: «CEMENTERIO NACIONAL DE HÉROES».
También si desean leer el «Pedimento de la Virgen de la Victoria», solo deben escribir:
http://.pedimento.blogspot.com.es/
