El balompié melillense sigue echando de menos a la gente del fútbol, es decir a dirigentes que sepan de esto y con carisma. Es decir, con presencia física y que el club que esté abierto a toda su masa social, a casi todas horas. De lo contrario, no crecerá.
No remonta el vuelo. Una semana más sigue la U.D. Melilla sin ganar. Son ya tres semanas, en la que sólo ha sumado 2 puntos de 9 posibles. Ayer empató (0-0) en la Ciudad Deportiva Luis del Sol, ante el Betis B, en un partido en el que el cuadro azulino lo pasó muy mal para no salir derrotado. El punto, por lo mucho que se juega el equipo, es insuficiente, pero sigue a 6 puntos de la salvación. Carlos Granero aseguró al término del encuentro que el tiempo "dirá si el punto es bueno". Lo veremos al final de Liga.
La afición sigue muy preocupada con la situación deportiva del equipo, ya que la reacción que tanto esperaba que se produjera con el cambio de entrenador no termina de llegar.
No se debería haber llegado a este punto. El decano del Grupo IV de la Segunda Divisón B estaba lo suficientemente estructurado para no pasar agobios, tanto por historia como por presupuesto, cuando casi siempre ha aspirado a cotas mejores que un descenso.
Los aficionados no se merecen sufrir lo que están padeciendo. Una auténtica pena estar ahí abajo, pero lo peor de todo es la sensación de desidia que rodea a la entidad. Un club tan histórico no se lo merece. En la entidad no queda apenas nadie con pasado futbolístico, desde el punto de visto directivo.
Se echan de menos aquellas decisiones de dirigentes del fútbol. Se marcharon personas como Paco López, q.e.d., Fernando Dávila, q.e.p.d., Francisco Benítez, Diego Bernal, Enrique Alcoba y Paco Molina, entre otros muchos. Dejemos a un lado si lo hicieron bien o mal en lo económico, pero lo cierto es que ya no queda casi nadie. Si, Cristóbal Sánchez es el presidente, pero ya anunció que a final de temporada no se presentará a las elecciones a la presidencia.
El nuevo método de gestionar el club no funciona. Seamos realistas. La idea con la que se inició el proyecto de ahorrar en lo deportivo no ha dado sus frutos. No renovó el gran capitán, Chota, carácter y goles. Tampoco Amarito. La política de fichajes todo un desacierto. Y más aún la marcha de David Sánchez, al que desde la distancia le sigue doliendo mucho el Melilla. Se echa mucho de menos al organizador. Todo lo que se ha querido economizar saldrá el triple de caro. En el mercado invernal se ha tenido que hacer cuatro fichajes.
Quedan treces jornadas y 39 puntos en juego. Aún hay tiempo, pero para ello hay que reaccionar en forma de victorias seguidas y de momento no llegan.
Pero el balompié melillense sigue echando de menos a la gente del fútbol, es decir a dirigentes que sepan de esto y con carisma. Es decir, con presencia física y que el club que esté abierto a toda su masa social, a casi todas horas. De lo contrario, no crecerá.
Por cierto, qué pasó con Totó y su equipo de colaboradores. Se ofrecieron para ayudar, pero nunca más se supo de ellos o es que se les desanimó. Deberían regresar, la U.D. Melilla les necesita.
