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Atril ciudadano

A los 60 años de la muerte de Ortega y Gasset

A final del pasado año, se cumplió el sesenta aniversario de la muerte de don José Ortega y Gasset, el filósofo más destacado no ya en España, sino en Europa, junto a los que fueron sus maestros, Heidegger, Hartmann y Max Scheler, entre otros. Me da la sensación que su recuerdo entre nosotros -que sepamos— ha pasado prácticamente desapercibido. En la España quebradiza, confusa, con improvisaciones contradictorias, y "ocurrencias" …no ha habido ni siquiera un despertar de aquella "España invertebrada": los españoles, y especialmente los políticos de uno , y otro signo. En alguna tertulia de la derecha, tuvimos la oportunidad de oír a un líder socialista, como Corcuera, ministro y sindicalista, recordar a don José, en su polémica con Azaña, sobre Cataluña: el sentimiento e identidad del ciudadano catalán, y el otro sentimiento paralelo o convergente de que para el resto de españoles, quieren o sienten a Cataluña, como España. (V. nuestra obra, "El Estatuto de Cataluña. Una meditación sobre España", 2a edición). Nosotros tuvimos ocasión de explicar Iflisión de Ortega, no sólo en el aspecto de los sentimientos a conllevar, sino la idea subsiguiente de la que Ortega definió como una "España como proyecto de vida en común".

Fue a primeros de noviembre de 2015, en un acto en su recuerdo y homenaje en el Casino de Madrid, en el marco de la Tertulia Natalio Rivas, presentado por el que fue Capitán General de Cataluña, Teniente General Martínez Teixidó, Doctor en Humanidades. Una asistencia excepcional, de destacados hombres de estudio y de responsabilidad, que hacían recordar los "intelectuales" agrupados para servir a la República. No fue dicha Agrupación, "partido", con la frustración de Ortega que le hizo desaparecer de la política activa. Manifestaba "no es esto, no es esto". Cuando el maestro había denunciado, ya en 1930, en el Paraninfo de la Universidad, calle de San Bernardo, de Madrid, reciento exclaustrado a los jesuitas, había preanunciado "delenda est monachia", con la que luego cerró su artículo "El error de Berenguer".

Pero en la conferencia citada -resumen de la lección magistral para cátedras— no se trata de recorrido humano -su "exilio" de la República, desde la Residencia de Estudiantes, como último refugio; su vuelta a España a la que encontró con una "indecente salud". Partía en su Metafísica, sobre la vida como realidad radical: la vida no nos es dada hecha, sino que tenemos que hacérnosla. Don José, que había estudiado por libre Derecho, se fue adentrando en los temas jurídicos, que los había combatido en los primeros años de siglo. Sin embargo, en los últimos años, en "¿Qué es filosofía?", pudo distinguir la reflexión sobre ésta y el Derecho. Para terminar su proceso profundo aunque no cerrado, sobre lo que hoy mismo tiene plena actualidad y exigencia: El historicismo y el positivismo del siglo XIX se desentiende de todo valor eterno para salvar el valor relativo de cada época. Es inútil que intentemos violentar nuestra sensibilidad actual que se resiste a prescindir de ambas dimensiones: la temporal y la eterna. Orando su expresión, muy orteguiana: "Dios a la vista".

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