Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El espacio de Aranda

Hablando de Azaña

melillahoy.cibeles.net fotos 1505 Juan Aranda web

A veces cuando leo, u oigo, en algún medio algo refiriéndose en modo peyorativo, del que fuera Presidente de la II República, Manuel Azaña, la verdad es que siento una mezcla de pena y resquemor; porque me da la impresión que la persona que escribe, o habla, al parecer no ha leído nada del personaje, ignorando su trayectoria humana, política e intelectual, haciéndolo solo para parecer un erudito analista, cuando solo es un lerdo ignorante, o cual camaleón, que se cambia con el color político, que a él le viene al pelo.
Por otra parte, para que todo el que desee leer lo que Azaña, entre otras cosas, hablando para todos los españoles, «incluso para los que no quieren oír»decía, al final de su discurso el 18.07.1938, en el Ayuntamiento de Barcelona:»…Cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, y perdón (sic)». Tres gloriosas palabras finales, que mucha gente de la actual derecha saca de contexto y lo interpreta de forma torticera. Pero fíjense que mientras Azaña pronunciaba esas palabras tan cristianas, y bienintencionadas, queriendo hermanar a todos los españoles, de ambos bandos, que luchaban en el frente, el General Queipo de Llano, en sus famosas alocuciones, desde Sevilla, decía: «…Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes rojos lo que significa ser hombres. Y de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen. ¿No han estado jugando al amor libre?. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen…».
Como verán son dos maneras muy peculiares, y diametralmente distintas, de entender lo que significaba luchar por la Patria: uno queriendo hermanar a todos los españoles, pidiendo paz, piedad y perdón; y el otro, con una homófoba, chulesca y odiosa misoginia, incitando a sus fuerzas militares a que practicasen las violaciones en los depauperados, y amedrentados, pueblos que iban conquistando.
A veces quiero imaginarme ver y oir, por ejemplo a Franco, con su atiplada voz, dando una conferencia explicando cómo, durante cuarenta años, pudo tener a España agarrada por el escroto a toque de cornetín. Que dijera también cómo ganó la guerra, y quién le ayudó a lograrlo; y ya que estamos, que diga porqué encarceló a tanta gente y firmó tantas sentencias de muertes, antes, durante y después de la que lió. Todo ello usando como portaestandarte, la figura del Aguila de San Juan, (escudo de los Reyes Católicos), y la reliquia religiosa de Santa Teresa, (mano izquierda incorrupta); lo mismo que hicieron sus «amigos» nazis, cuando se apoderaron y tergiversaron la ideología de Nietzsche, y la esvástica dextrógira hindú.
Por eso, el que desee hablar o escribir sobre Azaña, yo recomiendo la lectura de sus: «Memorias Políticas y de Guerra», donde describe muy bien a Queipo de Llano, a Franco, y a muchos otros militares, políticos, y religiosos de la época. O también los siete volúmenes de sus «Obras Completas», sus discursos, con «La Velada en Benicarló»; y de «soslayo», también, «Maestros de la República», de la fallecida María Antonia Iglesias.
Pero por favor, háganlo con el debido respeto del que fuera el mejor parlamentario, el orador más insigne, como gran patriota, que ha habido en toda la Historia de España, y gran desconocido durante la sangrienta, negra, gris, dura y pura dictadura (por ese orden), de Francisco Franco Bahamonde, y la «poca gracia» que tuvo Dios al nombrarlo Generalísimo.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€