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"El terrorismo ha asesinado la libertad", asegura el vicario en la procesión del Santo Entierro

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(Autor: Guerrero)

En la siempre emotiva noche del Viernes Santo, el vicario episcopal, Roberto Rojo, manifestó que "el terrorismo ha asesinado la libertad", que en el mundo "los cristianos están perseguidos y son asesinados", pero habló de la esperanza de un Cristo que ha sabido darse a todos, por el perdón del mundo. Con sus palabras arropó el desarrollo de la salida procesional del Cristo del Socorro, el Santo Entierro y María Santísima de los Dolores en su Soledad, los pasos de la Cofradía del Nazareno, la hermandad decana de la ciudad y protagonistas de la procesión oficial de Melilla en el Viernes Santo. Como no podía faltar, desde el pasado 25 de enero, un temblor de 3.9 grados dejó notarse a las once y media de la noche. Pasadas las diez menos cuarto de la noche y desde la Plaza de Toros, iniciaban su estación de penitencia el Cristo del Socorro, el Santo Entierro y María Santísima de los Dolores en su Soledad, todas ellas parte del rico patrimonio de la Cofradía del Nazareno de Melilla la Vieja, para la que ésta ha sido la Semana Santa número 519. Las calles rebosan de ciudadanos que acuden fieles a arropar con su presencia y oraciones su Semana Santa en el tramo más triste y difícil, acompañando al Cristo de las buganvillas, al Santo Entierro y a la Dolorosa en su peregrinar resignado con los ojos puestos en la esperanza de la Resurrección.

Procesión
El público congregado, mayor que en las salidas procesionales del Lunes y Miércoles Santo, arropó con sus aplausos los esfuerzos de los portadores, en especial en la difícil maniobra de sacar entre las verjas del recinto el monumental trono del Cristo Yacente. Los hombres y mujeres de trono, en un esfuerzo titánico, sujetan los varales como si la vida les fuera en ello, orgullosos porque su Cofradía cumplirá un año más con su estación de penitencia, la oficial del Viernes Santo que viste de gala, más si cabe, las calles de Melilla. Entre los portadores, chicos y numerosas chicas jóvenes que respondieron con creces al llamamiento realizado por parte de la Cofradía, pidiendo la ayuda de los melillenses para poder cumplir con su estación de penitencia.

El Cristo del Socorro, el de la buganvillas, portado por jóvenes costaleras, abrió el camino. La imagen fue tallada en el siglo XIX, en 1819, por un oficial de la guarnición de Melilla sobre un tronco de leña destinado a los hornos de pan de la plaza, y entró a sustituir al Cristo de la Vera Cruz en las procesiones, aquel que llegó con Pedro de Estopiñán. El crucificado conserva los ojos y la boca entreabiertas porque acaba de expirar, con lo que se van cumpliendo los pasos que llevarán a la resurrección del Hijo del Hombre. El Cristo del Socorro vuelve a recorrer las calles de su Melilla, como lo hizo tantas veces antes, como aquella vez en la que estando la ciudad sitiada por el sultán de Marruecos, su sombra recortada en las murallas de la ciudad vieja hizo posible que aquellos que llegaban de la Península con víveres, supieran que la plaza seguía siendo española y llevaran su mercancía y auxilio a tierra.
'El chiquito', el cristo de Melilla va sobre el trono que se compró para el 350 aniversario del Nazareno. Lo llevan casi 60 mujeres jóvenes, mujeres melillenses que vienen a demostrar que las mujeres reclaman un lugar, de igual a igual, como sus compañeros hombres dentro de las cofradías. Detrás le sigue el Santísimo Cristo Yacente ("Santo Entierro"), tallado por Benito Sánchez Barbero, de la Escuela Granadina, en 1943. El sepulcro, con caras de cristal, fue labrado en caoba, palo santo, marfil y plata por Jorge Salvador, premio nacional de artesanía en 1943. El Santo Entierro viste de tristeza la noche del Viernes Santo, al paso de la urna en la que Cristo muerto va camino del sepulcro.

Le acompañan el comandante general, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu representando a Don Felipe VI; el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, una representación de la Delegación del Gobierno y después, los parlamentarios nacionales y los miembros de la Asamblea local. El vicario dedica una oración al Cristo Yacente que flota en un mar de flores y procesiona envuelto en las volutas de incienso arábico que queman sus cuatro pebeteros.

Al cortejo le sigue detrás silenciosa, con el rostro enmudecido por el dolor, María Santísima de los Dolores en su Soledad, obra que llegó a Melilla en 1660, junto al Nazareno. En el pecho, la madre lleva un corazón asaeteado por siete puñales, los siete dolores de María. La banda de música de la Comandancia General le rinde homenajes.

Incienso, silencio, recogimiento, tristeza y luto en la estación de penitencia de la tres veces centenaria Cofradía del Nazareno que saca a la calle, con el respaldo de una ciudad creyente, los pasos del Cristo del Socorro, el siempre emotivo y sobrecogedor Santo Entierro y María Santísima de los Dolores en su Soledad.

Un temblor de 3.9 grados, a las once y media de la noche, vino a poner también su nota en esta velada de Viernes Santo. El seísmo y otras réplicas menores, no provocaron daños ni generaron alarma social, tal vez porque los melillenses comienzan a acostumbrarse a que la tierra se mueva bajo sus pies.

El terrorismo y la falta de libertad de culto, en voz del vicario
En su intervención, el vicario episcopal, Roberto Rojo, afirmó: "El Señor ha muerto. El terrorismo ha asesinado la libertad. El Señor ha muerto. Silencio, los cristianos están perseguidos, mueren degollados, asesinados. El Señor ha muerto, silencio. No hay libertad religiosa en muchos lugares. El Señor ha muerto. Señor, nos has mostrado el mayor amor, no solamente perdonar, sino dar la vida por todos, que grandeza la tuya. Queremos seguirte, porque en esa vida que tú has dado, nos has dado la vida eterna".

También habló el vicario de la falta de libertad de culto, a la altura del paso de María Santísima de los Dolores en su Soledad, dejando patente que con mayor dificultad, los cristianos encuentran problemas y trabas a la hora incluso de rezar un Padrenuestro en público no sólo en otros lugares del mundo, sino incluso en nuestro país, debido a las críticas y persecución por parte de un grupo de representantes públicos elegidos por los ciudadanos en las urnas, de ahí que pidiera a la virgen su protección para los creyentes.

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Jesús Andújar

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