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Una Semana Santa de éxito

En esta ocasión tanto el tiempo acompañó como el número de porteadores, suficientes para que todas las imágenes previstas para la Semana de Pasión, pudieran hacer su recorrido, dentro de un gran ambiente y una afluencia notable en casi todas las procesiones
La Semana Santa 2016 ha dicho adiós y no lo pudo hacer de la mejor manera: con una procesión del Domingo de Resurrección esplendorosa, con miles de melillenses en la calle viendo el Encuentro en la Plaza de España entre el Cristo Resucitado y la Virgen María Santísima del Rocío, y después de una celebración en la que todos los pasos pudieron salir.

En esta ocasión tanto el tiempo acompañó como el número de porteadores, suficientes para que todas las imágenes previstas para la Semana de Pasión, pudieran hacer su recorrido, dentro de un gran ambiente y una afluencia notable en casi todas las procesiones. Todo ello a pesar del siempre temido éxodo vacacional que sufre Melilla en estas fechas, en las que miles de melillenses aprovechan este periodo para salir de la ciudad, ya sea para la Península -principalmente Málaga y otras provincias de Andalucía- y Marruecos, tanto a las localidades cercanas como al desierto, y en menor medida al extranjero, para aquellos que puedan costearse estos viajes.

Sin embargo, los que se quedaron en la ciudad cumplieron con creces y todos los que creen en la Semana Santa, acudieron a las llamadas, en unos casos en su función de portadores y en otras de público, respaldando con su presencia el esfuerzo de todos ellos, un esfuerzo en que algunos casos se remonta a todo un año.

Porque no hay que olvidar que esta tradición, en estos tiempos que corren, no puede decaer, porque son muestras de la riqueza cultural y religiosa de una ciudad como Melilla, donde conviven en paz personas de diferentes religiones.

Y más en estos tiempos convulsos, en los que vemos las tragedias que representan los atentados terroristas, como los sufridos recientemente por Bruselas (Bélgica) con 35 fallecidos y por Lahore (Pakistán) con 72, en este último la mayoría niños y mujeres. Una sinrazón que no puede ser justificada bajo ningún medio porque la religión es paz, cualquier religión, y matar en nombre de cualquiera de ellas es ensuciar el buen nombre de las mismas.

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