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FÚTBOL-2ª DIVISIÓN B

El Melilla conquista Mérida y se sitúa en la zona de permanencia

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(Autor: El Periódico de Extremadura)

La U.D. Melilla pescó en aguas ‘pecholatas’ un triunfo trabajado por 1-3 y alcanza los puestos de permanencia después de treinta jornadas en la zona de descenso. Diego Cascón abrió la lata y Aznar sentenció el duelo cinco minutos antes del descanso, ante un Mérida A.D. que no bajó la guardia pero que ya había tirado todo al garete.

Extremeños y melillenses saltaban al césped, algo maltrecho, la verdad sea reflejada, con el objetivo de sumar los tres puntos, los primeros para seguir soñando con la Copa del Rey y los visitantes para abandonar la zona de promoción de descenso.
Como un auténtico torbellino despertó el Mérida, al menos en cuanto a ganas se refiere y firmó Morgado el primer rejón, con un testarazo al cielo a los dos minutos. Sin dar opción al resuello, sesenta segundos después, entró Joaqui hasta la cocina, pero allí emergió Nando para sacar la placa de sheriff y alejar fantasmas.
Y designios del fútbol. Sin noticias del Melilla, más allá de la medular, en la primera que tuvo la tropa de Carlos Granero, se llevó el agua a su molino. Chupe cogió el balón en la línea divisoria y firmó un pase cosido entre líneas que recogió Diego Cascón para taladrar de tiro cruzado el primer gol de la matinal a los seis minutos. Un mazazo a las primeras de cambio que hizo quitarse las legañas a los de Antonio Gómez.
César Morgado peinaba al firmamento poco después y el Melilla, serio atrás y sin escisiones dignas de lamentar, tenía maniatado a un cuadro que tuvo más bola, cierto, pero que adolecía de ideas claras al llegar a las inmediaciones del área azulina. Algún símbolo en forma de remate, como un cándido remate de Pedro Conde que apenas calentó las manoplas de Dani Barrio, en el 24′, y se acabó.
Los melillenses tomaban el relevo en el terreno de juego y comenzaron a cocinar un menú de ocasiones con postre final. El entremés lo abrió Pepe Romero en una falta lateral que no capturó por poco Nacho Aznar, en el 26′.
Respondía el ex azulino Pedro Conde en un testarazo a las nubes, tras un servicio de Joaqui a la media hora, y en la siguiente (apunten y lean los amantes de las estadísticas, por la efectividad azulina) no hizo falta ni trenzar jugada de ataque alguna. Pepe Romero desplegaba todos los vatios y ojos para colocar desde la divisoria la bola en el área pequeña, y con un giro letal Diego Cascón agujereaba la red de Raúl. El segundo en la cresta. Mal, por no narrar y anticipar la defunción blanquinegra con un mundo por jugar. No se hizo de rogar, para regocijo azulino. Reza un refrán que «las prisas no son buenas consejeras» y fue lo que sucedió a seis minutos del entreacto. Moreno sacaba de su arco, le robaba la cartera David Álvarez en la frontera del área grande y a trancas y barrancas, besando la herbácea, metía los tacos Nacho Aznar para sentenciar el duelo. Ambas escuadras se retiraban a los vestuarios con todo cocinado.

El segundo tiempo sobró
El míster local, visto el negro horizonte que se atisbaba y así resultaría, dejaba en sus aposentos a Pablo Gil y a Javi Chino. En un todo o nada, o al menos buscando el genio y figura que le etiqueta, daba carrete al mago Troiteiro y hacía lo propio con el senegalés Diop. Arrancó algo más enchufado el cuadro emeritense tras el paso por la caseta. Aitor servía un centro lleno de intenciones desde la banda diestra, pero la zaga azulina rebanaba el peligro en el minuto 48.
Volvía a sacudir el manzano Aitor, pero Pepe Romero puso el escudo. El once visitante vivía del aroma, pero cada vez que traspasaba la divisoria y se acercaba a los confines rivales, al Mérida le temblaba todos los cimientos. Diego Cascón se plantó solo en el vértice del área, abría los ojos a su izquierda y el zambombazo de Chupe casi tapa la boca y los ánimos de un Mérida que seguía buscando en vano un gol que les hiciera creer en un hipotético milagro que jamás se vislumbró.
Corría el minuto 61 y el choque se espesó cada vez más. Como era preceptivo y dado el rotundo 0-3 en el luminoso, el míster visitante hizo sus relevos correspondientes, dando vida a Sergio Díaz, David Cubillas y Manolo. Los últimos minutos trajeron consigo una oleada blanquinegra que pronto se tradujo en felicidad. Zamora buscó, pero no halló la escuadra del Melilla, pero no paladeó más caramelo que un saque de esquina que Diop remató extremadamente desviado a ocho minutos del final.
El tanto de la honra local llegó tras una jugada personal de Pedro Conde, que atravesó la línea de tres cuartos y prácticamente desde la frontal desplegó un tsunami que se colaba raso ante un impávido Dani Barrio. Y poco más hasta que se dio el pitido final en un partido con el guión escrito al borde del entreacto y que premia a los de Granero.

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