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Vida universal

Energía solar sostenible que no contamina

Los cuatro elementos, fuego, agua, tierra y ai¬re forman el sistema de respiración de la Tierra. Si este ritmo regular es perturbado por el ser humano, con el correr del tiem¬po todo el organismo terrestre será altera¬do. A raíz de esto tanto los campos magnéticos de la Tierra como las corrientes magnéticas se¬rán influenciados. Los cuatro elementos, fuego, agua, tierra y ai¬re forman el sistema de respiración de la Tierra. Si este ritmo regular es perturbado por el ser humano, con el correr del tiem¬po todo el organismo terrestre será altera¬do. A raíz de esto tanto los campos magnéticos de la Tierra como las corrientes magnéticas se¬rán influenciados. Cada cambio dentro de la Tierra y sobre ella produce por su parte un cambio en el ser humano y en el mundo ani¬mal; provoca también una reacción en el mundo vegetal y transforma inclu¬so la irradiación de los minerales.

Lo que sucedió en tiempos remotos sucede tam¬bién actualmente: quien altera las siete fuer¬zas básicas del infinito por medio de pen¬sa¬mientos erróneos y de un modo de actuar contrario a la ley, crea disonancias no sólo so¬bre y dentro de la Tierra, de las que resultan nue¬vas alteraciones, sino también en sí mismo. Las constantes interacciones, las disonancias en todas las formas de vida, por lo cual se alteraron las formas, los colores y los sonidos, tu¬vieron influencia en el curso del tiempo en los seres humanos, en los reinos de la natu¬ra¬leza y en todo el sistema solar. Debido al comportamiento contrario a la ley, por el cual se abusó y se abusa de las fuerzas cósmicas, se produjeron repetidos agrietamientos polares, erupciones y cosas semejantes. La Tierra no se tranquilizó ni ha llegado a tranquilizarse inclu¬so en el tiempo actual.

Quien interviene entonces en las leyes cós¬micas y las altera, crea irremediablemente disonancias en todos los planos de vida de la Tierra y en la Tierra misma. Debido a que cada pensa¬mien¬to, cada palabra y cada acto es energía y como ninguna energía se pierde, tanto la positi¬va como la negativa, recae entonces sobre el cau¬sante, o sea sobre el hombre y sobre su alma.

¡Cuánto desearíamos poder controlar los elementos, por ejemplo el fuego, la lluvia, el viento!, algo que consideramos imposible. Sin embargo Jesús de Nazaret caminó sobre las agua, condujo los vientos y convivía con los animales salvajes. Tal vez recordar un pasaje de Su vida, en base al libro Esta es Mi Palabra, nos ayude y muestre una perspectiva diferente de cómo deberíamos relacionarnos con la naturaleza y que cada uno puede aplicar si es que desea encontrar un modo diferente de vida más auténtico y respetuoso: “Y Jesús llegó junto a un árbol bajo el que perma¬neció varios días. Y llegaron también María Mag¬dalena y otras mujeres, y Le servían con sus bienes, y enseñaba diariamente a todos los que iban a Él. Y los pájaros se agrupaban en torno a Él y Le sa¬lu¬daban con sus cantos, y otros animales se acercaban a Sus pies, y Él los alimentaba, y comían de Sus manos. Y cuando partió, bendijo a las mujeres que Le ha¬bían dado testimonio de su amor, y volviéndose ha¬cia la higuera también la bendijo, diciendo: “Me has co¬bi¬ja¬do y dado sombra frente al calor sofocante, y ade¬más Me has dado alimento. Bendita seas, crece y fructifica y que todos los que se te aproximen encuentren reposo, sombra y ali¬mento y que los pájaros del aire encuentren su alegría en tus ramas”. Y he aquí que el árbol creció y fructificó sobre¬ma¬nera, y sus ramas se extendieron poderosamente hacia arriba y hacia abajo, de modo que no se hallaba ningún árbol parecido de tal tamaño y belleza, ni nin¬guno de tal abundancia y con unos frutos de tanta calidad.

Quien deja fluir a través de sí la bendición, la fuerza del creador, es manantial de fuerza para hombres, anima¬les, plantas y piedras. Cuando Dios puede traspasar a un hombre, éste es bendición para todos y todo. Aquel a quien Dios traspa¬sa, ama desinteresadamente a los hombres, los anima¬les, las plantas y las piedras. Quien incluye en su vida a los hom¬bres y los reinos de la naturaleza, está en co¬muni¬cación con la vida del Universo. La vida en su multi¬pli¬cidad se lo agradecerá regalándose en pleni¬tud, y obse¬quia¬rá a todos los que vayan al manantial de la vida. Quien respeta la vida, también conoce el Hogar eter¬¬no y ya en la Tierra está viviendo en medio del paraíso de Dios, pues le sirven los reinos de la naturaleza y los ele¬mentos le obedecen.

Ana Sáez Ramirez (45.271.959 R)
De la publicación: “La Unidad universal que habla”
www.vida-universal.org

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