Puede parecer surrealista, pero estas crónicas pretenderían relatar de forma casi exclusiva lo que ocurre en una pista de tenis cuando dos esforzados atletas compiten para ganar, las técnicas que emplean, su estado de ánimo… Pero si queremos contar esto y las otras variables exteriores que influyen en el devenir de los hechos puramente deportivos, nos podemos encontrar con que a veces hay que dedicarle mucho más espacio a esas variables exteriores que a los hechos.
Esto, la verdad, empieza a ser una epidemia en este torneo de tenis Mutua Madrid Open. Nada especialmente grave que impida al torneo continuar su andadura, aunque con sobresaltos más frecuentes de lo esperado. Es cierto también que ha hecho su aparición la lluvia, con cierta potencia e intermitencia, y que en los últimos años no había aparecido. El viernes lo hizo de forma brusca, y como el jueves hemos vuelto al tema del techo retráctil, pero lo peor de todo es que en la pista central, sí, la Manolo Santana, se han descubierto goteras y que en una parte del norte de las gradas entraba el agua en forma de catarata con el correspondiente ruido, penosa imagen y un montón de localidades sin poderse ocupar.
La organización ha hecho lo que ha podido para resolver el problema, enviando por ejemplo a entrenar en la mañana a algunos jugadores a las pistas cubiertas de tierra de dos prestigiosos clubes privados de tenis de Madrid.
Antes de empezar el torneo, las instalaciones se revisan, se hacen obras de acondicionamiento, como en todos los sitios, pero claro, aquí estamos revisando instalaciones que están la mayor parte del año sin utilizar en nada. Hay que recordar que estas instalaciones se construyeron para el primer intento de las Olimpiadas que se iban a celebrar en Madrid, cuando nos ganó la candidatura Londres, o sea que ya ha llovido desde entonces, casi como el viernes claro, y como pensábamos que íbamos a ganar, pues tampoco se previó en qué proyecto serio se iba a emplear la Caja Mágica después de aquellas frustradas, para Madrid, Olimpiadas.
También hay que volver al asunto del cuadro femenino. Sigue transcurriendo su desarrollo con más pena que gloria. Los pocos aficionados que acuden a las pistas para ver los partidos no recuerdan casi ningún nombre de las tenistas que van a competir. Esto no es culpa obviamente de la organización, como no sea que distribuyan con cierta cantidad pequeños manuales de bolsillo para aprender ruso, checo o esloveno y poder traducir las imprecaciones que lanzan algunas jugadoras cuando van perdiendo, dada la nacionalidad de la inmensa mayoría de las jugadoras que componen el cuadro.
Eso sí son jugadoras con gran preparación física, lo dan todo en la pista, muchas incluso con buena técnica, pero falta carisma, genialidad, calidad y además a día de hoy ¡ya no queda ninguna española!… No va a ser fácil resolver este problema porque depende de muchos, ajenos y variados factores.
Por cierto y perdón, hay por lo menos perplejidad en muchos tenistas por el asunto de los horarios a los que se juegan los partidos, los periodos de descanso cortos entre unos partidos y los siguientes (lógicamente se quejan los que pasan más de una ronda), incluso entre alguna figura. La organización hace lo que puede para intentar contentar a todos, aunque a algunos más que otros en razón a su posición en el ranking, siempre pensando en la edición del año siguiente. Algunos podría costar su posible ausencia mucho dinero y con todos los respetos no estamos en el torneo de Wimbledon, donde hay jugadores que jugarán aunque fuera pagando.
