La «Carta» de hoy la escribe un soldado mirandés, o como a él le agrada que le llamen: «Mirandilla», nacido en Miranda de Ebro, en la provincia de Burgos, y dice así:
«Queridos melillenses: me llamo, Laureano Gómez Pérez, y soy Soldado de Infantería, de la División Sotomayor, de la 1ª Cía. del 2º Bon. del Rgto. Cuenca nº 27. Tenía 22 años, cuando fallecí a la 1 de la madrugada, del 22.11.1909, en el Hospital Militar, a consecuencia de unas fiebres tifoideas, por las graves heridas que sufrí en el campo de batalla, el 23 de julio de ese mismo año. Les estoy escribiendo desde la escalera aledaña a nuestro Panteón, acompañado de dos soldados del Disciplinario: Macias y Martínez, compañeros, y paisanos, que de vez en cuando nos hacemos una visita, para comentar cosas de nuestro pueblo. Macias acaba de recordarme una anécdota, ocurrida el
31 de julio, mientras yo me encontraba, casi moribundo, en la cama del hospital. Resulta que en la oficina de Correos de nuestro pueblo, apareció un pequeño paquete, sin remitente, y sin franquear, en cuya cubierta se podía leer: »Suplico a los dignos oficiales de Correos, hagan llegar esta caja de habanos a nuestro campamento en Melilla, y sea allí entregada a los oficiales del Batallón Disciplinario, señores Artal y Carrasco, para que los repartan con los soldados, Macías y Martínez, que en el memorable combate del 23, tan alto han dejado el buen nombre de nuestro Ejército, recuperando el cañón que se llevaban los moros. ¡¡Viva España!!». Sé que el Jefe de Correos de Miranda, le comunicó a su compañero en Melilla, que por lo excepcional del caso, y el patriótico fin del remitente, y dada la confianza que éste ha depositado en los empleados postales, le rogaba, que una vez entregado, y sin cobrarles tasa alguna, le acusara recibo para hacerlo público, en el tablón de anuncios de su oficina. Macías me dijo que esa caja de puros fue repartida hasta agotarlos todos, entre muchos compañeros del Batallón. Juan González, un desterrado, al que los moros lo mataron, cuando trabajaba en los huertos cercanos a la Plaza, el día 30.01.1775, me dice que ya le hubiese gustado a él fumarse un habano de los que ese anónimo donante les regaló a los del Disciplinario. Deben saber que junto a los que caímos en los años de este siglo XX, solemos charlar con compañeros, muertos en otros siglos, como Pedro Penacho, soldado del Regimiento de Galicia, que cayó, de un balazo traicionero, de los moros, estando de centinela en el Fuerte del Rosario, el 7.10.1822.
Desde este jardín, junto al mar, nos despedimos de ustedes, mis queridos amigos, con un fuerte abrazo, esperando que este relato en el recuerdo, les haya agradado. También rogamos, que cada vez que visiten a sus familiares, nuestros vecinos de todas las épocas, piensen con una pequeña sonrisa, que estaremos juntos para toda la eternidad. Un beso».
Reitero mi agradecimiento al historiógrafo José Luís Blasco López, ya que gracias a él, muchos de estos datos de nombres, fechas, hechos de guerra, y lugares donde cayeron nuestros Héroes, que figuran en estas humildes «Cartas», ustedes los van conociendo paulatinamente, y con la esperanza de que guarden su glorioso recuerdo. Yo creo que exaltar las glorias de nuestros Héroes, sin búsquedas de códigos que puedan abrir alma alguna, no nos hacen falta, porque éstas ya se encuentran abiertas de par en par, y son ellos mismos, los que cantan sus memorias en estas páginas; porque si les digo la verdad, yo escribo el comienzo, y el final; y ellos, con la humildad característica que poseen todos los héroes, hacen el resto.
Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: «CEMENTRERIO NACIONAL DE HÉROES».
También si desean leer el «Pedimento de la Virgen de la Victoria», solo deben escribir:
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