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Buscar el punto de equilibrio

Se hace necesario analizar los mensajes que proceden desde el otro lado de la valla, porque no sería descabellado pensar que pudiéramos estar ante una campaña de información interesada por parte del país vecino. Aunque eso sea a costa de crear cierta alarma social en nuestra ciudad En los últimos días, hemos asistido a una cadena de mensajes emitidos desde Marruecos respecto al terrorismo yihadista en los que se ha venido involucrando a Ceuta y Melilla, especialmente nuestra ciudad. Tras la desarticulación de una célula en Nador hace casi dos semanas, fuentes de la investigación en Marruecos apuntaron que los detenidos tenían objetivos para atentar no sólo en esa provincia alauita, sino también en Melilla. Apenas unos días después, el jefe del FBI marroquí señaló además que las dos ciudades autónomas son zonas de paso de armas. Sin embargo, ni una cosa ni la otra constan oficialmente a las autoridades españolas, como ya apuntó la semana pasada el delegado del Gobierno cuando fue preguntado al respecto. Por lo tanto, se hace necesario analizar los mensajes que proceden desde el otro lado de la valla, porque no sería descabellado pensar que pudiéramos estar ante una campaña de información interesada por parte del país vecino. Aunque eso sea a costa de crear cierta alarma social en nuestra ciudad.
No es la primera vez que Marruecos pone en valor su papel como retaguardia de Europa. Desde hace más de una década, en materia de inmigración irregular y en los últimos años, además, contra el crimen organizado y el terrorismo, sobre todo. Ciertamente, el trabajo que realiza el país vecino repercute de manera importante en la seguridad ciudadana en Europa, también en las dos ciudades autónomas aunque éstas estén asentadas en África. Pero quizá las autoridades marroquíes estén buscando la manera de que se le reconozca. Ya ocurrió en 2005 con la crisis de las vallas, cuando Marruecos fue compensada de manera generosa por su labor de contención de la inmigración irregular. Podríamos estar ante un panorama similar en materia de terrorismo, máxime cuando se trata de un asunto que inquieta a toda Europa tras los recientes atentados de París o Bruselas, lo que otorga un enorme eco a cualquier información que pudiera surgir al respecto.
Por eso, es necesario poner en un punto de equilibrio los mensajes que se están lanzando desde el otro lado de la valla. Los miembros de la célula desarticulada en Nador han confesado que querían atentar allí y en Melilla, pero otra cosa bien diferente es que tuvieran capacidad real para hacerlo, porque para ello primero tendrían que superar todos los controles de seguridad que hay en Marruecos y en Melilla, incluidos los que hay en la misma frontera, cada vez más exhaustivos como bien saben quienes pasan de un lado a otro habitualmente.
Lo mismo sucede con el supuesto tráfico de armas que supuestamente pudiera estar dándose de Europa a Melilla, y de Melilla a Marruecos, como apuntó el responsable de los servicios de inteligencia alauitas. Para que eso fuera posible, las armas tendrían que pasar desapercibidas para los grandes controles de seguridad que hay en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos, y también el seguimiento que realizan quienes dentro del territorio controlan cualquier indicio de radicalismo. Por otra parte, las autoridades españolas insisten en que no hay datos objetivos sobre lo que apuntan en Marruecos.
Por eso hay que guardar la calma ante mensajes como éstos y seguir confiando en el buen trabajo que realizan desde hace años el servicio de inteligencia del CNI y las Fuerzas de Seguridad del Estado, porque Melilla hoy no tiene mayor riesgo de atentados terroristas que otros lugares del mundo.

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