Todo indica que el Melilla Baloncesto tiene todas las posibilidades deportivas de ascender a la máxima categoría del baloncesto nacional, lo que sería la mayor gesta deportiva jamás lograda en nuestra ciudad y, lo que es aún más importante, la materialización de una ilusión melillense colectiva que abriría una nueva etapa, una nueva era para Melilla.
El deporte es, en las sociedades modernas y desarrolladas, mucho más que una actividad física o un espectáculo de masas. Es, también, cultura, una ilusión colectiva, un nexo de unión entre los ciudadanos, como se ha podido comprobar el pasado viernes y domingo en el Pabellón Javier Imbroda -un gran hombre del baloncesto, por cierto- lleno de melillenses vibrando e ilusionados.
Es cierto que el enorme canon que la ACB exige para materializar el ascenso es un gran obstáculo para consolidar lo que, por méritos deportivos, el Melilla Baloncesto está muy cerca de lograr, pero sería una pena, un desaprovechamiento de una enorme posibilidad para Melilla, si, entre todos, cada uno aportando lo que pueda, no conseguimos sortear ese obstáculo. Me consta que, para empezar, el mismo presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, está ya tanteando soluciones económicas y políticas para materializar la ilusión colectiva, pero ese intento presidencial, sólo, no es suficiente. Es necesario que todos contribuyamos a hacer posible ese trascendental logro que, por supuesto, va mucho más allá de lo deportivo. Melilla necesita, imperiosamente, que esa ilusión colectiva se materialice. Nos beneficiará, y mucho, a todos.
