Habrá que estudiar pros y contra, pero está claro que hay trenes que pasan una sola vez en la vida y este parece uno de esos: o el Melilla se monta en ACB o ya no tendría sentido jugar en la LEB A Melilla se le presenta una oportunidad histórica tras la consecución del ascenso a la Liga ACB, la máxima categoría del basket español. En las canchas ha logrado el ansiado objetivo que llevaba buscando desde que empezó a jugar en la categoría de plata del baloncesto nacional, bajo sus diferentes denominaciones: Primera División, LEB, Adecco, LEB Oro, etc. Tanto que lleva militando en la misma desde el año 1991 cuando el Gobierno de entonces, presidido por Ignacio Velázquez, apostó decididamente por el deporte de la canasta, 25 años ya en los que ha pasado por diferentes vicisitudes, en sus primeros lustros de la mano de Francisco Díaz Corvera, de manera más breve con Enrique Díaz Otero y casi una década con Jaime Auday, incluso a veces a punto de descender como aquella histórica fase de descenso con el Juventud Alcalá de Madrid en el Pabellón Lázaro Fernández, con llenos absolutos, pasando también por dos disputas anteriores de finales de ascenso a ACB en la que no pudo ser. Pero ahora, un cuarto de siglo después, se ha conseguido y además de la mano de un melillense: Alejandro Alcoba Conde.
La hazaña no ha sido sencilla porque hubo quienes incluso dudaron en principio de la valía del joven técnico melillense y vieron otras razones para su salto al primer equipo, pero con el tiempo ha demostrado su valía y con una plantilla que se ha hecho grande este año, ha conseguido el ascenso a la Liga ACB.
Sin embargo, esto que podría parecer suficiente para dar el salto de categoría, como son los méritos deportivos, parecen no ser bastante porque las condiciones para militar en la competición de oro del baloncesto español son leoninas, imponiendo el pago de un elevado canon y unas condiciones exigentes de su cancha de juego, que podrían dar al traste con el logro histórico cosechado esta temporada.
Porque, no nos engañemos, la única que podría hacer frente al pago de ese canon es la Ciudad ya que lograr un patrocinador privado que pueda hacerlo se antoja difícil aunque no imposible. El club que preside Jaime Auday deberá hacer todo lo posible por lograr ese patrocinador para pagar el canon pero en caso de que no pueda lograrlo se presenta un interesante debate: ¿Debe pagar la Ciudad Autónoma los 3'6 millones euros del canon mientras la ACB siga manteniendo esta desorbitada exigencia? El principal partido de la oposición, CPM, ya se ha posicionado en contra diciendo que ese dinero debe emplearse para otros cometidos, como atender los elevados índice de pobreza que soporta la ciudad. Por el contrario, el partido del gobierno, el PP, ha subrayado que va a hacer todo lo posible para que Melilla esté la próxima temporada en ACB, Jugando en la misma categoría que equipos como el Real Madrid o el FC Barcelona.
Al margen del debate político, una cosa está clara: no se pueden tirar a la borda 25 años militando en la categoría del basket español buscando el ansiado ascenso para ahora dejarlo escapar, porque entonces ¿de qué habrán valido todos los millones invertidos durante este cuarto de siglo en las distintas plantillas para una vez conseguido el ascenso deportivo, no materializarlo?
Habrá que estudiar pros y contra, pero está claro que hay trenes que pasan una sola vez en la vida y este parece uno de esos: o el Melilla se monta en ACB o ya no tendría sentido jugar en la LEB para luego rechazar el ascenso.
Es tiempo pues de ingeniársela, tanto el club como la Ciudad -donde incomprensiblemente se nombran más directores generales aún con el consiguiente gasto que ello supone-, para conseguir que Melilla esté donde le corresponde por méritos propios: en la categoría de oro del baloncesto español.
