Sería muy importante que la asociación de clubes ACB se replanteara lo que viene ocurriendo porque son ya muchos los “cadáveres” que ha dejado por el camino Se han cumplido los peores presagios. Los melillenses en general y los seguidores del baloncesto y del deporte en particular se llevaron ayer un chasco monumental cuando pasado al mediodía se daba a conocer la peor de las noticias: el Melilla Baloncesto no podía hacer frente a las leoninas exigencias de la Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB) para militar en su categoría y se convertía así en una nueva víctima de las injusticias que se están cometiendo con los equipos que deportivamente logran el ascenso pero que por motivos estrictamente económicos, se les impide materializar dichos ascensos. El club melillense, no obstante, está convencido de obtener los recursos necesarios a corto plazo, por lo que ha solicitado a la ACB mantener su derecho deportivo para la temporada 2017/18. Es decir, si en esa campaña obtiene los 4,6 millones de euros que exige la ACB, además de los cerca de tres que son necesarios para realizar las reformas que se demandan igualmente en la cancha de juego del Pabellón de Deportes Javier Imbroda, podrá dar el salto de categoría que ha ganado justamente sobre el parqué.
Sin embargo, eso no quita para que hoy la desilusión reine y ya muchos se pregunten de qué sirve jugar una liga si después de ascender, no puedes dar el salto de categoría porque las condiciones que pone la Liga ACB son prácticamente imposibles de cumplir.
Sería muy importante que esta asociación de clubes se replanteara lo que viene ocurriendo porque son ya muchos los "cadáveres" que ha dejado por el camino y que por tanto cada vez crean menos en una competición en la que los méritos deportivos poco valen si no tienes los millones de euros que te exige la ACB.
Con qué moral y ganas va ir un conjunto de jugadores a disputar la LEB si después su esfuerzo es completamente baldío.
Esto no puede seguir así. El cuerpo pide plegar y dejar esta competición, pero los melillenses no pueden quedarse sin participar en categoría nacional en uno de sus deportes favoritos. De esto se aprovecha la ACB, la Federación Española y el resto de estamentos deportivos, porque de lo contrario habría que decirles: "Adiós muy buenas".
