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Un daño para todos

El vandalismo es un delito que debe ser condenado enérgicamente por parte de todos. No valen excusas ni falsas compasiones con aquellos que juegan con los servicios de emergencia, el mobiliario urbano y el dinero de todos los melillenses, porque de esa manera nunca conseguiremos acabar con un problema endémico que puede ir a más, cuesta abajo y sin frenos El vandalismo es uno de los males endémicos que sufre Melilla. Desde hace años, la Ciudad Autónoma se ve obligada a destinar miles de euros de dinero público para reparar el mobiliario urbano que unos cuantos se dedican a romper y quemar por capricho o reivindicaciones particulares, que independientemente de si son justas o no, claramente van mal encaminadas y pierden la razón en cuanto se deciden sustentar en la violencia. A menudo ese vandalismo también afecta de manera individual a melillenses que ven sus bienes afectados, casi siempre vehículos privados. Desde principios de esta semana, el vandalismo registra un repunte con una oleada de incendios que ya han afectado a cinco contenedores, dos vehículos y un flamante parque infantil que había sido inaugurado hacía medio año.
No estamos ante un problema menor, ya que los actos vandálicos causan mucho daño a varios niveles. Por un lado, a los vecinos de los lugares donde se producen esos ataques, no sólo porque les dejan por un tiempo sin el mobiliario urbano sometido a la destrucción caprichosa de unos pocos, sino también por el sobresalto que conlleva vivir de cerca un incendio que puede entrañar peligro hasta que no se controla. Por otra parte, a la generalidad de los melillenses, cuyos impuestos se destinan a sufragar el mobiliario que los actos vandálicos se llevan por delante. Sólo en el incendio del parque infantil, los daños ascienden a 40.000 euros. En el caso de los contenedores, son cerca de mil euros lo que cuesta cada unidad. Sólo hay que sumar para darse cuenta del enorme desembolso que tenemos que hacer entre todos contra un sinsentido como es el vandalismo.
Pero es que además, lo ocurrido esta semana da lugar a reflexionar sobre cómo el perjuicio puede ir más allá si se concentran varios actos vandálicos de manera claramente organizada, como pasó en la madrugada del lunes, cuando al mismo tiempo, en mitad de la madrugada, los Bomberos y la Policía Local se vieron desbordados por tener que hacer frente a cinco incendios provocados a la vez en distintos lugares de la ciudad. ¿Se imaginan qué hubiera ocurrido si en ese preciso instante, cualquier melillense hubiera necesitado la asistencia urgente de la Policía o los Bomberos por una emergencia real y fortuita? No habría habido efectivos disponibles y no por culpa de la Ciudad Autónoma, que es la responsable de estos cuerpos de emergencia, sino por la de aquellos que de manera intencionada se dedicaron a moverlos cual pieza de ajedrez en un tablero, utilizando caprichosamente unos servicios que también nos cuestan mucho dinero público para que estén disponibles cuando realmente se les necesita.
El vandalismo es un delito que debe ser condenado enérgicamente por parte de todos. No valen excusas ni falsas compasiones con aquellos que juegan con los servicios de emergencia, el mobiliario urbano y el dinero de todos los melillenses, porque de esa manera nunca conseguiremos acabar con un problema endémico que puede ir a más, cuesta abajo y sin frenos.

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