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Ventana al mundo

La Educación es una acción de futuro

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Reformas Educativas Y Desarrollo Sostenible (III).

La historia de la Educación, de la cual estos últimos cuatro decenios son una parcela, constituye propiamente una parte integrante e inseparable de la historia de la humanidad, de su cultura y de sus civilizaciones.

Por ello, así como los métodos educativos del pasado lejano, en la India o China, en la Grecia clásica o la Roma imperial no se entienden de no ser en el contexto cultural de los tiempos en que se practicaron, tampoco el reciente proceso de espectacular desarrollo de la Educación se ha producido aisladamente sino entramado, a través del tiempo, en el mundo de las ideas, de las vivencias y de las realidades locales, nacionales e internacionales contemporáneas, conectadas con el pasado histórico, aunque a su vez orientadas con voluntad de influir decisivamente en el futuro.

La Educación es en efecto una acción para el futuro y tiene que hacerse pensando en el futuro. De ahí la necesidad vital para los sistemas educativos de plantearse este tema con todas sus consecuencias si no quieren quedar desfasados, convertidos en obstáculos para el progreso. Un país será lo que sean sus hombres, y la responsabilidad en la formación de estos hombres recae en gran medida sobre los sistemas educativos. La conciencia de esta responsabilidad ha determinado, en gran parte, la evolución de la Educación contemporánea, aunque la Educación ha sido siempre el resultado del deseo de servicio y de progreso, en el secular esfuerzo del hombre por aprender y enseñar como el medio más eficaz para realizarse, para ser auténticamente libre, para conocer mejor a sus semejantes y, a sí mismo, para glorificar a su Dios y para perdurar en la memoria de los hombres.

En su forma más elemental y genuina, la Educación se ha desenvuelto históricamente en el seno de la familia. En la Roma primitiva, la Educación se confiaba esencialmente a los padres, que eran quienes formaban el carácter de sus hijos y les inculcaban las virtudes cívicas a la vez que atendían a su saludable desarrollo físico, aunándose en esta tarea una verdadera severidad y un afecto entrañable. Esa filosofía romana sobre la Educación persistió durante mucho tiempo y se prolongó prácticamente hasta la época imperial, para irse transformando y dar paso paulatinamente a la intervención estatal y municipal en la dotación de cátedras, sostenimiento de escuelas, fijación de salarios a los maestros, y otras medidas similares. A la Educación familiar se sumó luego una Educación instrumental, o instrucción para proveer al individuo de medios precisos para su supervivencia y progreso, lo que redunda también en beneficio de la comunidad.

La historia de cada proceso educativo es reflejo o respuesta tanto de las preocupaciones coyunturales de los hombres como de sus aspIraCIOnes transcendentes. No es extraño, pues, que en las sociedades, tanto primitivas de antaño como del presente, junto a las exigencias de supervivencia inmediata del hamofaber) cuyos incipientes conocimientos se aplicaron a la agricultura, la caza, la pesca o el ejercicio de las armas, se atienda al propio tiempo, generalmente, a una formación en las creencias y los valores de la ética social y de la convivencia, sin descuido de la preparación física y los deportes, sea para el ocio y el descanso, o bien para la caza y la guerra.

En Grecia, cuna de la civilización occidental, los espartanos en los siglos V y IV antes de Jesucristo- centraban todos sus esfuerzos en una Educación militar y física o deportiva, mientras que los atenienses educaban para la paz a la vez que para la guerra, valorando la sabiduría no menos que las virtudes guerreras. Atenas introdujo un sistema educativo que de hecho sigue gravitando en todo el mundo, con una Educación primaria desde los seis a los catorce años, una Educación secundaria desde los catorce a los dieciocho y un servicio militar obligatorio de dos años (los efebos y cadetes), período este último que, una vez sometida Grecia por Macedonia, se transformó en dos años dedicados a la filosofía y la literatura. Asombra comprobar cómo, a pesar de tantas reformas y pretendidos cambios profundos de los sistemas educativos y de las transformaciones históricas de la sociedad, perdura básicamente hasta nuestros días la estructura del sistema educativo ateniense. La antigua Atenas concebía la Educación y la política como inseparables y daba por supuesto el papel preponderante del Estado, SI bien, mientras Platón promueve una utopía socialista en la que no hay lugar para el individualismo y en la que la familia queda destruida como unidad social, Aristóteles defiende el desarrollo de la personalidad dentro de un sistema educativo controlado por el Estado para formar ciudadanos, y al mismo tiempo aboga por la familia como centro y fuerza del bien.

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