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Carta del editor.

Noli me tangere (No me toques)

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En lo que a Melilla respecta, hay que felicitar a los tres parlamentarios reelectos, Dueñas, Acedo e Imbroda (las mujeres primero) porque, como se auguraba, han ganado las elecciones melillenses por goleada. Es cierto que apenas han tenido competencia, con CpM, como era de prever, desencantada y desilusionada de su pacto con el PSME, pero el hecho es que han contribuido, con brillantez de resultado, a que en España no se haya padecido la catástrofe podemita, ese gobierno absurdamente autotitulado "de progreso".

Noli me tangere, no me toques, en latín, son palabras que, según la Biblia, dirigió Jesucristo después de su resurrección a María Magdalena. El filipino José Rizal utilizó las mismas palabras, noli me tangere, para titular su primer libro, publicado en 1887, un libro que fue un alegato contra la preponderancia de algunas órdenes religiosas españolas en la vida social y política de Filipinas, un libro que fue prohibido y que significó el origen de los problemas de Rizal, formado como intelectual y como médico en España y ejecutado a los 36 años, para convertirse en el posterior ideológico líder de la separación de Filipinas y España, algo que Rizal no pretendía.

Noli me tangere, exclaman ahora, indignados, los líderes del partido político Podemos, eludiendo su responsabilidad en unas elecciones que les han llevado desde la prepotencia incontenida al fracaso y la inoperancia inasumidas. Porque España, los ciudadanos españoles, nos hemos librado de una buena, de una inmensa catástrofe si, como los Pablo Iglesias II, Errejón, Monederos, etc. pretendían, se hubiera hecho realidad el pronóstico electoral a pie de urna que la primera cadena de televisión publicó el pasado domingo y que los votos, los hechos, posteriormente desmintieron, afortunadamente. Y, entre los beneficios colaterales de tan sonado fracaso podemista, he de resaltar que me hicieron ganar una comida a un buen amigo, acostumbrado ya a apostarse conmigo cosas en política, en esta ocasión que Podemos superaría los 6 millones de votos, y perder todas las apuestas.

Me aseguran de buena fuente, como es costumbre decir en estos casos, que un acuerdo de gobernabilidad entre PP, Ciudadanos y PNV, con la posible abstención del PSOE -si logran desembarazarse de la rémora Pedro Sánchez, como desean los barones- está mucho más próximo de lo que parece y se materializaría a finales de julio, más o menos. El PSOE tiene un enemigo involuntario, el citado Sánchez, y otro declarado, la amalgama Podemos. Ahora tiene la oportunidad de desembarazarse de ambos -y de paso de otros indeseables como los que pululan por Melilla-, antes de que ellos terminen con el PSOE. Con Pedro Sánchez basta con cesarle en el próximo comité federal socialista. Con Podemos es necesario que, ahora que están agonizantes, les dejen de dar aire unos -PSOE- y otros -PP y medios de comunicación afines-. Desaparecerán solos, porque, en un país desarrollado del siglo XXI, Podemos y separatistas son, si no se les asiste artificialmente, la nada, además de los grandes enemigos naturales del PSOE y del tan cacareado y malutilizado "progreso". Ellos son, como todas, todas, las experiencias demuestran, retroceso, un retroceso monumental, no progreso alguno. La otra posibilidad que cabe si no se produce el acuerdo tripartito que antes mencionaba es una segunda repetición de las elecciones. Una barbaridad que, como vi en una viñeta de El Mundo con un dibujo de Mariano Rajoy -el gran triunfador de las recientes elecciones- leyendo el resultado electoral y comentando que un par de repeticiones electorales más le conducirían a la mayoría absoluta, podría hacer que, tal y como se ha visto el pasado domingo, la broma se convirtiera en realidad y que Rajoy, en el caso de nueva repetición de elecciones, llegue, como dice Afcadi Espada, a 24 millones de votos, incluido el mío.

Sirva, a modo de ejemplo de lo que digo sobre el progreso, lo que se publicaba en el último número de la revista Actualidad Económica con el título "El (neo) liberalismo cambió el mundo", un profundo análisis del efecto del liberalismo, que llega a una, en mi opinión innegable (con datos), conclusión: que el Producto Interior Bruto en el mundo no ha dejado de crecer desde los años 80, porque, "por mucho que cenizos como Pablo Iglesias reiteren que la humanidad es un caos, la realidad es que nunca estuvo mejor". Y sobre las ventajas del liberalismo la revista hace una curiosa e inteligente comparación entre Gran Bretaña y Francia. En vísperas de la II Guerra Mundial la renta británica era un 12% mayor que la gala. Terminada la Guerra, el primer ministro laborista, Clement Attle inició en las Islas una política nacionalizadora e intervencionista, cuya conclusión fue que, a su término, el PIB francés superaba en un 11% al británico. Margaret Thatcher llegó al 10 de Downing Street en 1979, mientras que el socialista Mitterand, en Francia, se dedicaba a la regulación y las expropiaciones. Treinta años después la renta inglesa era un 10% mayor que la francesa. Hay muchos más ejemplos, pero este es muy ilustrativo.

En lo que a Melilla respecta, hay que felicitar a los tres parlamentarios reelectos, Dueñas, Acedo e Imbroda (las mujeres primero) porque, como se auguraba, han ganado las elecciones melillenses por goleada. Es cierto que apenas han tenido competencia, con CpM, como era de prever, desencantada y desilusionada de su pacto con el PSME, pero el hecho es que han contribuido, con brillantez de resultado, a que en España no se haya padecido la catástrofe podemita, ese gobierno absurdamente autotitulado "de progreso". Pero también es necesario recordarles a los tres parlamentarios que Melilla, como el resto de España y quizás más que el resto, necesita urgentemente muchos y profundos cambios, que no pueden venir a base de más burocracia, más intervencionismo, más ineficacia (lo que está pasando en el área de Deportes y en la de Hacienda, por poner sólo un par de ejemplos, es algo delirante, por su gravedad y por su duración, es algo que se cuenta y nadie puede creer que sea verdad, que se haya podido llegar, durante tanto tiempo, a tan lamentable situación). En la administración pública local de Melilla no se puede seguir aplicando el principio de "noli me tangere".

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