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El Torreón del Vigía

De Niza a Estambul

Como si de un libro se tratase pero…es la realidad de una semana que habla de romper vidas sembrando miedos a golpe de muerte. Este Julio se tiñe de sangre y de venganza, de esos odios pintados en zigzag y de aquellos que eliminan a los opositores como respuesta a una asonada. Ahora la cara que menos debe aparecer es la de la impotencia frente a quienes matan y esa es la que Manuel Valls, primer ministro francés, nos ha transmitido.

Todo un Estado, la gran Francia, a la que ustedes siempre claman no puede decaer ni bajar sus herramientas frente a quienes solo saben matar y herir. Un Estado de Derecho ni puede ni debe acomplejarse frente a los delincuentes. España, desgraciadamente, y durante tantos años sufrió el zarpazo de la sanguinaria ETA, y allí, en suelo galo encontraron su “santuario” los que manchados de sangre huían después de sus hazañas. De esto sabe mucho Valéry Giscard D´Estaing, de centro derecha y ex presidente de la República Francesa. España, Sr. Valls, colabora desde sus conocimientos en la materia y porque cree que la vecindad se demuestra no solo en palabras. Cuando vemos las imágenes del camión que arrollaba a personas en Niza solo te preguntas como puede albergar el ser humano tanta maldad. Pero frente a esa realidad Francia y la Unión Europea, en primer término, y luego el resto de naciones, deben actuar con la fuerza de las leyes o con su reforma para combatir, en su justa medida, esta guerra discontinua que padecemos. El presidente Hollande jura atacar el Estado Islámico y blinda Francia. Hay Brexit pero también hay unidad de todos frente a la barbarie y que de una vez sea capaz la comunidad internacional de cortar el suministro de armas a cualquier terrorista. Con la muerte no se puede enriquecer nadie. No diga Sr. Valls que hay que acostumbrarse a vivir con el terrorismo, su nación y el mundo, le apoyarían en cualquier medida legal que adopte. Aquellos que han caído en el Paseo Marítimo de Niza como en Noviembre pasado en la Sala Bataclan o en el Estadio de Saint-Denis le piden firmeza para poner fin a éste terrorismo. Por televisión hemos vivido también en directo el golpe de Estado en Turquía. Los tanques ocupaban las avenidas y el presidente Erdogan, por el móvil, desde su lugar de vacaciones, azuzaba a los turcos a echarse a las calles. Suicida ejemplo de quien, como nos contaban en la noche del viernes los corresponsales españoles en Turquía, ya tenía preparado un avión para salir del país. De nuevo tablero en una zona del mundo que es un autentico avispero entre el problema de los Kurdos y el acuerdo firmado con la UE para la devolución de los refugiados. El estado de caos que reina en Turquía no puede servir a Erdogan para destituir a casi tres mil jueces como acaba de hacer. Es hora de la Ley, que es justa y no arbitraria, que sigue con la venda en los ojos y la balanza en la mano.

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