Hace pocos días le comentaba a un amigo que estas «cartas epistolares», que para algunos son de «soslaya» lectura, para mi lo son desde hace muchos años, de un obligado cumplimiento escribirlas. La «Carta» de hoy, que ya es la nº 60; quién me lo iba a decir cuando comencé, que lo hice contra un falaz comentario, para dejar alto y muy claro, que nuestra ciudad solo posee la cultura europea, y la idiosincrasia española. Siendo todo lo demás, parches añadidos, por las circunstancias políticas desde la decada de los 80 del pasado siglo. Por ese mismo motivo he sacado con toda mi humildad, del olvido, y de la desidia, a muchos de los Héroes de España, que fueron los que con sus vidas, que las dieron por la Patria, manteniendo nuestra civilización europea-occidental, y nuestro carácter como españoles; aunque algunos quieran meter, con un «calzador», parte de la suya, y lengua incluida, ambas extranjeras.
La «Carta» es de tres soldados abulenses, y dice así:
«Queridos melillenses: Me llamo Andrés Escobar Sanz, y soy Cabo de Infantería, del Bon. de las Navas nº 10. Nací en Ávila, hace 24 años. Estoy casado y tengo un hijo de dos años. A mi lado se encuentran dos soldados, paisanos míos: uno es el soldado Policarpo García García, nacido en San Esteban del Valle, reservista, como yo, y de mi mismo Bon., también casado y con dos hijos. El otro es Máximo Arroyo Batalla, nacido en Mediana de Voltoya, de mi misma província. Máximo está soltero, y es Cabo del Bon. de Llerena nº 11, y como los tres somos abulenses, andamos juntos, charlando y recordando el terruño que nos vio nacer. Pero siempre, en todas nuestras charlas, sale a relucir el día 27.07.1909, que fue cuando nos mataron los moros en el Barranco del Lobo. A veces nos dedicamos a recordar los nombres de los Batallones, y quiénes eran los generales que los mandaban; por ejemplo, que en la Brigada del General Imaz, estaban los Cazadores de la Disciplinaria, los de Alba de Tormes, Barcelona, Mérida, Estella, Alfonso XII, y los de Reus. Y la del malogrado General Pintos, la formaban los Cazadores de Madrid, Barbastro, Figueras, Arapiles, las Navas, y el nuestro, el Llerena. Algunos días se presentan en las escaleras del «Ángel», que es el lugar donde les escribimos todos, dos muchachos muy jóvenes. Uno es Cayetano Castejón Mena, muerto en la misma fecha y lugar, que nosotros; que fuera educando de la Banda de Música, -toca el fliscorno-, de nuestro Batallón. Cayetano es madrileño, de Chamberí, y vivía solo con su madre, viuda. Comenta que desde que a él lo mataron en el Barranco del Lobo, su pobre madre no levantó cabeza hasta que al año siguiente falleció de pena, por perderlo a él, que era su único hijo, y su futuro sustento en la vejez. Esto lo sabe porque ella lo visita cada 27 de julio desde 1910. El otro es un rifeño, de apenas 16 años, que dice que lo bautizaron en la Iglesia de La Merced, en la ciudad de Málaga, con el nombre de Antonio, conservando los apellidos paternos de Mohamed Mimún. Aquél está enterrado con nosotros, en el Osario del Panteón de Margallo, y Mohamed, dice que, desde cuando falleció de unas fiebres, el 20.01.1877, se encuentra en la Bóveda de la Soledad; y que de vez en cuando viene a charlar con Cayetano, ya que los dos son casi de la misma edad; el mozuelo rifeño, habla el castellano como si se hubiese criado en un pueblo de Castilla.
Desde estas escaleras, junto al Ángel, reciban ustedes un fuerte abrazo de todos los que nos encontramos en esta gran Fosa, rogándoles que cuando se acerquen a nosotros, recen una pequeña oración, con una simple sonrisa».
Yo creo que ese «Ángel de bronce», como es la diosa Niké, imponente y natural, como una catedral, se encuentra solemne como un guardián del gran claustro del cielo y el mar, como son las tumbas y panteones de La Purísima.
