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Es mucho lo que hay en juego

Es necesario que el escenario de polémica que hemos tenido en estos últimos meses cambie radicalmente a otro de calma y normalidad, por el bien de toda una población, que no quiere ni merece confrontaciones internas ni con el país vecino que algunos parecen buscar. Y, especialmente, por la tranquilidad de la comunidad musulmana, que no merece que jueguen con ella, ni con su sentir religioso o sus tradiciones familiares, por simples intereses políticos Apenas queda un mes y medio para que se celebre el Aid El Kebir, la Pascua Grande para la comunidad musulmana. Este año, lamentablemente, viene teñida de polémica por la prohibición de pasar borregos a Melilla desde Marruecos debido al brote de fiebre aftosa declarado en los países cercanos del Magreb. Las autoridades se han esforzado en repetir una y otra vez que es una medida de fuerza mayor, de obligado cumplimiento al estar reflejada en una Ley. Una decisión que no afectará a la tradición religiosa porque se traerán borregos de la península para que las familias musulmanas de Melilla puedan cumplir el rito del Sacrificio como siempre.
Probablemente no sea la opción que más les guste a esas familias. Quienes muestran su disconformidad dicen que los borregos no saben igual que los de Marruecos, aun cuando esos mismos animales son los que sacrifican miles de familias musulmanas en la Península, en Ceuta y otros países islámicos. Pero analizando con sensatez el problema, la realidad es que es la única opción posible hoy por hoy si no se quiere correr el riesgo de que España pueda sufrir un brote de fiebre aftosa que suponga poner fin durante un tiempo muy prolongado a las exportaciones ganaderas. Eso supondría un desastre económico para un sector fundamental para la economía del país como es la ganadería, del que viven directa e indirectamente millones de personas en España.
El informe que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha emitido como respuesta a Coalición por Melilla, que MELILLA HOY avanza en esta edición y pone a disposición de todo el mundo en su página web, pone el ejemplo de lo que ha pasado en otros países que sufrieron brotes de fiebre aftosa en sus propias carnes. En el Reino Unido, en 2001, las pérdidas directas e indirectas fueron de 6.700 millones de libras, lo que equivale a más de 8.000 millones de euros.
¿Se imaginan ustedes que eso pudiera pasar en España? Podría suceder si, como algunos piden de manera irresponsable, se dejan pasar borregos desde una zona afectada, como es Marruecos, a una zona que no es de riesgo, en este caso Melilla, que pertenece a España. ¿Cómo se podría explicar en ese hipotético caso que por satisfacer los gustos personales de quienes quieren a toda costa el borrego marroquí, se han echado a perder los intereses de millones de compatriotas en la península? No tiene lógica, ni pies ni cabeza, que algunos sigan con su discurso sin entrar a razones, sin aceptar una alternativa que no causa problemas, e insistiendo en sus críticas hacia las medidas adoptadas, que son irremediables si se quieren evitar riesgos innecesarios para la economía de todo un país como es España.
El informe del Ministerio de Alimentación, Agricultura y Medio Ambiente es muy claro y rotundo, aunque hace unos días desde CpM aseguraran que es «somero». Cualquiera puede comprobar que no es así. Parece claro que si en CpM califican la respuesta de somera es porque no quiere reconocer su error al mantener una postura que no se sostiene ante los argumentos razonados que ofrece el Ministerio.
Es necesario que el escenario de polémica que hemos tenido en estos últimos meses cambie radicalmente a otro de calma y normalidad, por el bien de toda una población, que no quiere ni merece confrontaciones internas ni con el país vecino que algunos parecen buscar. Y, especialmente, por la tranquilidad de la parte de esa población que tendrá que cambiar este año la rutina comprando un borrego peninsular, la comunidad musulmana, que no merece que jueguen con ella, ni con su sentir religioso o sus tradiciones familiares, por simples intereses políticos.
Porque lo contrario, dejar pasar a Melilla los borregos que están al otro lado de la valla, no sólo contraviene la Ley. También supone abrir la puerta del virus de la fiebre aftosa a España, poner en peligro a miles de cabezas de ganado nacional y por ende, arruinar un sector que es parte vital de la economía de nuestro país. Y en consecuencia, agrandar un problema que podría eternizar el cierre de la frontera a los animales vivos durante mucho más tiempo si finalmente ocurriera lo que se precisamente se pretende evitar, que es que llegue la enfermedad a territorio español. Todo eso no se puede poner en riesgo por una cuestión de gustos o rebeldía. Es mucho lo que hay en juego.

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