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EDUCACIÓN EN MELILLA

Menos palos y más paliques

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El castigo puede llegar a convertirse en un arma de doble filo para las familias y educadores. Si castigamos, gritamos o reñimos de mala manera, de forma continuada a todas horas y por todo puede llegar a convertirse en un recurso ineficaz y crear mal ambiente en la convivencia hogareña y en el aula.

Aunque hoy nos echemos las manos a la cabeza, hasta no hace mucho la sociedad no veía mal pegar una cachetada a un niño o niña cuando hacía alguna trastada. Sin embargo, estamos en contra de todo maltrato físico o psicológico, porque creemos que existen otras formas pacíficas y respetuosas de educar a nuestros peques.
Estamos inmersos en una sociedad adultocentrista en la que la persona adulta se cree con el poder moral suficiente para estar por encima de un infante y, hasta no hace mucho, el premio y el castigo han sido las únicas vías empleadas para promover el aprendizaje.

Lo peor de todo, es la forma con la que tratamos a los peques en múltiples ocasiones, ya sea de forma inconsciente o impulsados por esa cultura adultocentrista tan anclada en nuestra sociedad… Cuando los peques hacen algo que a nosotros, los adultos, nos parece inadecuado… o cuando no conseguimos que hagan lo que deseamos les gritamos, les castigamos y les hablamos de malos modos. Muchas veces delante de otras personas, adultos o incluso otros a su semejanza… Sin embargo, no nos paramos a reflexionar sobre el efecto que esto provoca en cualquier persona.

Empaticemos por un momento. Hagamos un ejercicio de meternos en la piel de este niño que está siendo gritado y avergonzado en público. ¿Nos gustaría que a nosotros otra persona nos regañara de esta forma? Pensaríamos que es una falta de respeto y nos sentiríamos heridos y humillados. Quizás preferiríamos que nos dijeran las cosas de forma educada, sin gritos y en privado, donde podamos reflexionar sobre nuestros actos y hablar de forma tranquila y con privacidad. Ocurre igual con los más peques, la única diferencia es que no saben expresarlo al igual que nosotros…. Pero las repercusiones pueden ser incluso peores que en los adultos.

Por lo tanto, creo que es fundamental que nos concienciemos en que los niños y las niñas son personas y merecen ser tratadas con el mismo respeto que cualquier adulto. Por supuesto, que están en una edad en la que la educación es fundamental y muchas conductas deben ser moldeadas y educadas. Para ello, sirve el diálogo, las consecuencias de las acciones y otros modelos de aprendizaje muy distantes al castigo y las vejaciones.

Además, así estaremos educando ya en ciertos valores como el respeto, la resolución de conflictos mediante el diálogo y el consenso… de esta forma crecerán y se educarán para convertirse en adultos respetuosos, tolerantes y dialogantes.

De lo contrario, estaremos favoreciendo a un canon de adulto agresivo, vengativo, rencoroso que aprovechará cualquier oportunidad de aplastar a alguien más débil que él. Así, se crean a los maltratadores, asesinos y personas conflictivas que, desgraciadamente, están muy presentes hoy día. Pero está en nuestra mano educar a las personas que convivirán en la sociedad de mañana y que pueden ser una oportunidad única de transformación social.

PIE DE FOTO:

Es fundamental que nos concienciemos en que los niños y las niñas son personas y merecen ser tratadas con el mismo respeto que cualquier adulto

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