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Carta del Editor

Parálisis insoportable

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“Las denuncias judiciales políticas, las investigaciones lamentables, más de cara a la galería y a la búsqueda del lucimiento personal o las miserables venganzas asimismo personales que a encontrar la verdad, han hecho mucho daño, pero, aún con esa pesada losa, la paralización melillense y el despilfarro de dinero público, con el consiguiente resultado de un paro insoportable, no se puede ni se debe mantener por más tiempo”

Hay buenos escritores de novela negra con comisario como figura central, y el griego Petros Márkaris, con su comisario Jaritos, es uno de ellos, con el atractivo añadido de ayudarnos a comprender cómo está Grecia y porqué está como está, tan mal, el país que vió nacer a los primeros grandes filósofos sobre los que se construyó buena parte de nuestra civilización occidental.

Recojo algunos de los párrafos destacados de Petros Márkaris en su última novela, "Hasta aquí hemos llegado". Sobre la administración pública y su incidencia en la vida de los griegos: "Por lo general, los que progresan en el sector público griego pertenecen al grupo que va de los estúpidos a los mediocres. Si eres inteligente pero no tienes enchufes, eres víctima de una contradicción: lo pillas todo al vuelo, pero avanzas como un caracol». Sobre los pesados impuestos y lo que de ellos dicen en los diccionarios griegos: «Sablazo: 1. Impuesto por cabeza en la época del Imperio otomano, abonado por todos los habitantes no musulmanes del país con tal de evitar servir en el ejército. / 2. Contribución obligatoria onerosa, gravamen». Sobre una persona, de nombre Vranas, especializado en sobornos y conseguidor en los complejos entramados de la burocracia: "Vranas era un gusano, pero uno de esos gusanos que los griegos necesitan para poder sobrevivir en un Estado donde la burocracia alimenta el soborno y este, la burocracia. Ese era Vranas, un gusano útil en un Estado inútil". Sobre la pesada y lenta burocracia: "Hoy día la obstrucción se ha convertido en una institución que garantiza la seguridad de los empleados públicos. No haces prácticamente nada y así todo va lo más lento posible, de modo que te ahorras quebraderos de cabeza y no te cansas". Sobre las razones por las que un país va bien y otro mal: "Los alemanes mantienen una relación amorosa con su trabajo, los griegos, por el contrario, lo viven como una maldición. Como si Dios los hubiera condenado a pasarse la vida trabajando". Si te detienes un momento a pensar, aprovechando que, como decía el gran publicista Joaquín Lorente, pensar es gratis, si piensas te das cuenta de que en los libros, en las novelas también, se puede aprender mucho.

Recapacito sobre nuestra situación melillense y me pregunto quienes son los que en general progresan en el sector público local, ¿los inteligentes o los enchufados, los bien preparados o los mediocres/estúpidos?. Y deduzco que es comprensible la extendida frustración de empleados públicos inteligentes y bien preparados. También me pregunto si es justo que paguemos unos impuestos que no se justifican con lo que recibimos a cambio de lo que nos quitan. Me parece brillante la frase de que el conseguidor en la jungla burocrática, el de los sobornos (el Vrana de la novela de Márkaris) es un gusano útil en un Estado inútil; es una frase tan brillante como triste, en cuanto que describe una práctica muy extendida en nuestra sociedad. Sobre el obstruccionismo burocrático tenemos una situación muy destacada en Melilla, somos un triste ejemplo de parálisis insoportable y de empleados públicos inamovibles que no hacen prácticamente nada (con excepciones, claro). En cuanto a la relación de los melillenses con el trabajo, me parece que es más parecida a la de los griegos que a la de los alemanes, aunque también es cierto que, como hay tan poco trabajo, resulta casi imposible querer u odiar lo que no existe.

Sin embargo, repito que siempre queda la esperanza. "Apocalípticos, rendíos, la Humanidad tiene remedio", era el titular de un artículo de Felipe Sahagún publicado el jueves pasado en El Mundo, en el que comentaba que, "pese a las noticias catastrofistas que se suceden cada día, los datos objetivos demuestran el gran progreso al que asiste la Humanidad en campos como la reducción de la pobreza y el incremento generalizado de la calidad de vida". Y si la Humanidad tiene remedio y, en general, mejora, ¿por qué no puede suceder lo mismo en Melilla? Bastaría con ir haciendo mejor cosas concretas en distintos sectores, como en el deporte local, por ejemplo. Cosas como privatizar la mayoría de las gestiones deportivas locales, que ahora son realizadas por la administración pública con un coste que duplica el de la gestión privada -un enorme despilfarro de dinero público- y, lo que es aún más importante, con enormes desventajas para la participación deportiva activa de los ciudadanos melillenses, especialmente de niños y mayores.

Un estudio en ciernes de la Consejería de Deportes, en el que se analiza y compara la gestión directa (de la Ciudad Autónoma y la que se ha venido utilizando hasta ahora en Melilla de manera casi exclusiva) con la indirecta, "ha conllevado que en los últimos 10 años los gastos en servicios deportivos hayan aumentado el 100%, lo que ha sido posible bien por desconocimiento de la existencia de diferentes fórmulas de gestión o por no querer complicarse la vida y buscar alternativas a través de la gestión indirecta de las instalaciones deportivas, como se ha realizado en el resto de España". El mismo estudio señala que en los escasos casos en los que en las instalaciones deportivas municipales se ha optado por la figura del Convenio (como fue el caso del golf, por ejemplo) se han conseguido "unos magníficos resultados, tanto a nivel económico, en cuanto que ahorro para la Administración, como a nivel de implicación en el cuidado y optimización de la misma". En el caso del golf, que obviamente conozco muy bien, el mencionado estudio señala que cuando el campo de golf "fue gestionada a través de la figura del Convenio, desde 2010 hasta marzo de 2014, el coste para la Administración fue de 220.000 euros anuales (personal, limpieza, infraestructuras, gestión deportiva, profesor y escuela de golf), mientras que el coste actual, con la gestión municipal, es de 403.960 euros anuales", sin incluir, porque no existen, ni el profesor de golf, ni la escuela para niños y principiantes. O sea, y como la misma Administración ha reconocido en público y en privado en numerosas ocasiones, la gestión privada del campo de golf ahorró más de 1 millón de euros en cuatro años a la Administración, además de aumentar exponencialmente el número de jugadores y la promoción deportiva en la base de ese deporte local.

He escrito en numerosas ocasiones que no se puede seguir con la situación de casi parálisis en la que nuestra ciudad (y la Ciudad Autónoma, la Administración, muy especialmente) se encuentra. Por supuesto que las denuncias judiciales políticas, las investigaciones lamentables, más de cara a la galería y a la búsqueda del lucimiento personal o las miserables venganzas asimismo personales que a encontrar la verdad, han hecho mucho daño, pero, aún con esa pesada losa, la paralización melillense y el despilfarro de dinero público, con el consiguiente resultado de un paro insoportable, no se puede ni se debe mantener por más tiempo. Lo del deporte es sólo un ejemplo de lo que, con un pequeño esfuerzo y eliminando trabas burocráticas ineficientes, se puede lograr incluso a corto plazo, pero lo mismo se puede, y se debe, hacer en todas las demás áreas y consejerías melillenses, empezando por la de Hacienda y el insoportable y carísimo espectáculo de una Administración Pública que jamás paga a tiempo…a los demás.

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