Contra este tipo de hechos se requiere por un lado mayor concienciación ciudadana y por otro una contundente acción de la justicia cuando son descubiertos por las fuerzas de seguridad
En estos últimos tiempos, y especialmente este fin de semana, se han producido en nuestra ciudad multitud de actos vandálicos en forma de quema de contenedores e incluso de vehículos. Una actitud incomprensible por el daño que causan a elementos que son de todos y que son de uso público, para disfrute de todas las personas.
Pero se ve que hay quienes no piensan así y son capaces de causar un daño innecesario al mobiliario urbano, con el consiguiente coste económico que tiene para las arcas públicas. Porque lo que quizá no saben quienes hacen estas fechorías es que ese dinero que se tiene emplear en reponer por ejemplo los recipientes de basuras se podría usar para otras acciones más provechosas. O quizá lo saben y todo les da completamente lo mismo.
Es verdaderamente una lástima que se hayan calcinado cuatro contenedores en unas pocas horas durante la tarde y noche del domingo al lunes, unas acciones vandálicas que necesitaron además la atención de los Bomberos, algo que por fortuna no interfirió en otras cuestiones más graves porque durante ese tiempo no se produjeron otros hechos que requirieran sus servicios.
Contra este tipo de hechos, como la quema indiscriminada de contenedores o lo que publicamos en la sección de Los Melillenses Nos Dicen, donde damos cuenta que arrojaron a las rocas el servicio público y las papeleras de la playa de La Alcazaba, se requiere por un lado mayor concienciación ciudadana y por otro una contundente acción de la justicia cuando son descubiertos por las fuerzas de seguridad.
Sólo así se les quitará las ganas de hacer un daño que a veces les sale gratis y que tanto nos cuesta a los demás, no sólo por el dinero que requiere sustituir los calcinados, sino también por el tiempo que dejan a algunos vecinos sin recipientes donde echar las basuras. Se necesita “mano dura” contra quienes practican un “terrorismo callejero” que no se puede consentir en una sociedad como la nuestra.
