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La situación se vuelve insostenible para los afectados del seísmo alojados en el albergue

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(Autor: Guerrero)

La pesadilla del terremoto no ha acabado para algunas familias afectadas. Por lo pronto, trece de ellas siguen hospedándose en distintos hoteles de la ciudad ya que, debido a sus escasos recursos económicos, no encuentran ninguna vivienda. Según expone el consejero de Bienestar Social, éstas se reparten entre el Hotel Nacional, el Albergue San Vicente Paúl y el Hostal La Rosa Blanca. Siete meses después del seísmo, los afectados alojados en el albergue aseguran que la situación se ha vuelto desesperada y que los más perjudicados al final son los hijos, menores de entre 2 y 14 años, que además tienen que convivir con las estrictas limitaciones horarias del establecimiento. Hoy se cumplen siete meses desde que el seísmo de magnitud 6.3 levantó de un sobresalto a los melillenses de sus camas. De todos los afectados por el terremoto, todavía quedan 13 familias que aún no han encontrado una vivienda. Llevan desde el pasado 25 de enero alojándose en diferentes establecimientos hoteleros de la ciudad. La Consejería de Bienestar Social las ha repartido entre el Hotel Nacional, el Albergue San Vicente Paúl y el Hostal La Rosa Blanca, como afirma su responsable, Daniel Ventura. Según relatan algunas de estas familias a este diario, la “desesperación” se ha convertido en el estado de ánimo habitual después de sumar más de 210 días conviviendo en habitaciones de hoteles.

Los horarios del albergue
En el albergue se encuentran alojadas dos de las familias afectadas por el terremoto. Una de ellas está formada por un matrimonio y cinco hijos. La otra, por los dos padres y sus tres niñas. Ambas familias coinciden en que, a la pesadilla diaria de no encontrar casa, hay que sumar la restricción horaria del establecimiento en el que se hospedan. Según explican, tienen que abandonar sus habitaciones a las 10.00 horas y no pueden regresar a ellas hasta las 13.00. Luego tienen que dejarlas a las 18.00 horas y no entrar de nuevo hasta la noche.
“Así no se puede vivir. Estamos fatal y las niñas lo están pasando muy mal”, se queja Mohamed El-Kaduri, padre de tres pequeñas de 7, 8 y 11 años. “Ni siquiera se pueden quedar en la habitación si se ponen malas”, expone. “Tenemos que estar todo el día en la calle, muertos de calor, como si fuéramos perros”, protesta Mohamed. Su mujer, Yamina Benali cuenta que la menor de sus hijas empezó a padecer colesterol y anemia cuando los desahuciaron de su vivienda a raíz del seísmo y que, además, no pueden alimentarla correctamente. “No tenemos ingresos. Cuando vamos a pedir ayuda, la asistenta de Bienestar Social sólo nos dice que nos busquemos una casa. Yo sólo pido una solución porque no tenemos dinero y nadie nos quiere alquilar una casa”, reclama Yamina. “Estamos hechos polvo”, añade.

Camas insuficientes
El matrimonio afectado por el terremoto formado por Mimon Hamed y Eva Domínguez también se aloja en el albergue con sus cinco hijos, de 14, 11, 8, 4 y 2 años. Según expone esta pareja, todos los miembros duermen en la misma habitación, repartidos en tres colchones: dos para cuatro de sus hijos y otro para los padres. La más pequeña, de dos años, lleva dos meses durmiendo en su carrito de paseo.
“Los niños no pueden jugar como niños que son porque no pueden hacer ruido. Tenemos que estar todo el día mandándolos callar o a que se estén quietos. No pueden estar así”, dice Eva. En esta línea, expone que “cada dos por tres se ponen malos, les salen manchitas o granos, no sé por qué” y comenta que “cuando uno se pone enfermo, se ponen malos todos a la vez”. Entre otros casos, afirma que sus cinco hijos cogieron la varicela estando en el albergue.

Cansancio psicológico
“Estamos de los nervios. Todo el día preocupados, enfadados, peleando y buscando una casa. No podemos más”, expone Mohamed. “Necesitamos que nos den una vivienda para nuestros hijos”, añade. Según relata este padre, el médico le ha tenido que recetar “pastillas para los nervios” debido a la presión que atraviesa la familia.
Eva añade que se sienten agotados. “Estamos para tratamiento psicológico porque es un desgaste horroroso. No le deseo esto a nadie”, dice la mujer. “Sentimos que nos han dejado aislados. Han pasado siete meses y parece que todos se han olvidado de las familias del terremoto, pero seguimos pasándolo muy mal, cada vez peor”. Según coinciden ambas familias, lo “único” que piden es que la Ciudad proponga alguna solución y que ésta se traduzca en encontrar una casa lo antes posible. “Nos tienen abandonados”, lamentan.

Drama compartido
No sólo las familias alojadas en el albergue lo están pasando mal. La situación se ha vuelto insostenible para las trece familias que no consiguen encontrar una vivienda. Sumia se aloja con su marido y sus tres hijos de 2, 4 y 12 años en el Hotel Nacional y, según comenta, nunca había imaginado que lo llegarían a pasar tan mal. “Vemos que pasa el tiempo y nadie nos ayuda. Nadie quiere saber nada de nosotros”, se queja.

A la espera del dinero
Según explica el responsable de Bienestar Social, la Ciudad está pendiente de recibir “en breve” el dinero de los Reales Decretos firmados por el Gobierno de la Nación. “Sacaremos subvenciones para ayudar a los afectados en los alquileres y para que los de los hoteles encuentren una casa”, garantiza el consejero, quien apunta que, a día 31 de junio, la Ciudad ya había destinado cerca de 385.000 euros en los alojamientos de las familias en los hoteles.

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Irene Quirante

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