La feria se llena de melillenses que acuden en busca de buena comida, buenos precios y el mejor ambiente festivo. Al mediodía se ha convertido en una alternativa para no tener que cocinar y degustar igualmente los platos caseros tradicionales.
La feria tiene muchos alicientes. La compañía, la música, el ambiente, la diversión… La gente que acude al recinto ferial quiere pasarlo bien y, si es llevándose algo al estómago, esto se consigue más fácilmente. Por eso, la faceta gastronómica es uno de los grandes reclamos de estas fiestas patronales, ya que la feria se ha convertido en una buena alternativa a la hora de la comida.
Platos de paella, jamón serrano y queso con piquitos, ‘pescaíto’ frito o a la plancha, pinchitos morunos, carne en salsa… Los melillenses buscan en las casetas la comida de siempre: algo de tapeo, pero acompañado del ambiente de la feria y de muchas risas. Las raciones generosas y los precios limitados forman una simbiosis perfecta que sí se da en algunas de las casetas del recinto ferial, y lo los melillenses toman buena nota de ello.
“Nos hemos gastado 135 euros entre doce personas. ¡Nos hemos puesto las botas! Hemos comido chanquetitos, calamares fritos, croquetas, vinitos, cerveza…”, dice María, una de las señoras de un numeroso grupo de amigas, que venían de comer en la caseta Peña Bética.
“Donde está muy rica la paella es en la de Costaleros. Y mira que no soy muy de paellas, pero es que esas están exquisitas”, señala un matrimonio que ha venido desde Alicante, aprovechando que es la semana de feria en la ciudad. “El plato estaba a seis euros, y de ahí comían cuatro personas, por lo menos”, destaca Ramón, el marido.
“Lo que pasa es que, entre plato y plato, no paramos de beber cerveza y vinitos. Y, claro, sin saber cómo terminas con una borrachera importante”, cuenta entre risas Elena. “Ahora bailamos unas cuantas sevillanas y bajamos la comida en un momento”, añade su amiga.
Entre otros motivos, los melillenses aluden al sabor único que encuentran en la comida casera de la feria. “Se nota cuándo está recién hecha, pero también la que lleva muchos días, que la hay”, apostilla Mario.
El truco para hacer una buena paella, por Paco Bernal
Paco aprendió a cocinar paella por fuerza, cuando lo destinaron en la mili a las Islas Chafarinas. “Allí dí de comer a muchos soldados”, recuerda. Eso fue en los años 70. Durante la semana de feria, se despierta de madrugada para empezar a preparar las paellas de la caseta Costaleros.”Las paellas se hacen en quince minutos, pero yo empiezo a prepararlas a las 6.30 horas”, cuenta. Aunque suene a tópico, Paco afirma que las claves están en cocinarlas con “tranquilidad” y “dándoles mucho amor”. “Me sale buena porque la gente tiene hambre”, bromea ‘el rey de la paella’.
