Si la climatología no lo impide, la Virgen de la Victoria saldrá en procesión, como viene ocurriendo desde 1756, por las calles de la ciudad de la que es patrona y alcaldesa perpetua, portada sobre un trono más ligero adquirido hace unos años. Precisamente ayer los melillenses realizaron su donación de flores blancas para adornar el trono que portará a la Virgen en su salida procesional. La novedad de este año es que los actos se desarrollan en la parroquia del Sagrado Corazón. A las doce de la mañana dará comienzo en el Sagrado Corazón la santa misa que oficiará el vicario episcopal, Roberto Rojo, con la colaboración del resto de sacerdote de la ciudad. El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, pedirá a la patrona que cuide de todos los melillenses y las casas regionales realizarán su ofrenda de flores. En este mismo marco el pueblo de Melilla renovará su juramento de fidelidad a la patrona, repitiendo la fórmula que se instaurara en 1756.
Trono
A las ocho de la tarde la virgen saldrá en procesión, abandonando el interior del templo arciprestal, acompañada por el pueblo de Melilla. La imagen de la virgen saldrá portada a hombros sobre las andas adquiridas hace cuatros años, más ligera, confeccionada en aluminio y que, por lo tanto, precisa de entre 40 y 45 hombres y no sesenta como el anterior. El trono fue adquirido por la Congregación de la Victoria por cuatro mil euros y ha sido confeccionado por la empresa Juan Angulo Lucena. Los responsables de la propia Junta de Gobierno se encargaron de revestir el trono, que lucirá en todo su esplendor. De hecho ayer el último día de la Novena, fue la jornada dedicada a la donación de flores blancas por parte de los melillenses para adornar el trono de la virgen.
Historia
El 3 de febrero de 1756, el mariscal de campo Antonio de Villalba y Angulo, nombró a la Virgen de la Victoria, que ya era venerada desde finales del siglo XVI, patrona y señora de Melilla. El 13 de junio de 1948 fue coronada con los honores de capitán general con mando en plaza. La corona la compraron los melillenses mediante una cuestación popular. Entonces, costó un millón y medio de pesetas, y hoy se estima que esté valorada en un millón de euros. Gracias a esa misma cuestación se compró una segunda corona de plata que es la que luce la virgen en su templo, mientras que la dorada, que se guarda en las cámaras de seguridad de un banco melillense, sólo sale para la procesión del 8 de septiembre. El 13 de junio de 1998 la virgen fue declarada también alcaldesa perpetua de la ciudad.
