Las personas sordas también quieren ser escuchadas. Así lo manifestó ayer ASOME a través de la lectura de un manifiesto, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Sordas. Entre otras reivindicaciones, la entidad señaló la necesidad de combatir los prejuicios y las barreras que impiden la integración. Personas sordas, pero no invisibles. “Ni sordomudos, ni deficientes auditivos”, aclaró la Asociación de Personas Sordas de Melilla (ASOME) a través de la lectura de un manifiesto. En el Día Internacional de las Personas Sordas 2016, la entidad expresó su deseo de ser escuchada. Según puso de manifiesto, toca trabajar en conjunto para eliminar los prejuicios y las barreras que impiden la integración real en la sociedad. “La sordera aún se percibe como una limitación”, lamentó la organización melillense.
“Merecemos tener las mismas oportunidades, sin distinción”, reivindicó la asociación. En este sentido, defendió el derecho de las personas sordas a “ser lo que queramos ser”. En el mismo manifiesto, ASOME habló de una “exclusión histórica” en todas las facetas de la sociedad: educativo, lingüístico, político, económico y cultural.
La entidad también exigió que se garantizase “nuestra libertad” en el uso de la lengua de signos. “Es una lengua de vida que permite el ejercicio de nuestros derechos en igualdad”, recordó.
La lectura del manifiesto, que tuvo lugar en la plaza Menéndez Pelayo, contó con la presencia del presidente de Melilla, Juan José Imbroda, así como de distintos representantes locales como la consejera de Cultura, Fadela Mohatar; el consejero de Medio Ambiente, Manuel Ángel Quevedo; o el presidente de ASOME, Joaquín Utrera. El máximo representante de la Ciudad Autónoma reconoció que todavía quedaba un largo camino por recorrer: “Hay que reconocer cada uno sus capacidades y buscar siempre una integración plena”.
