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Otro protocolo es posible

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Está bien que se tomen todas las medidas necesarias para que ningún inmigrante pueda usar un niño como medio de pasar a la Península con más rapidez, pero todo ello dentro de unos cánones, que impidan situaciones como la vivida por Hizia y su pequeño Lo ocurrido con Hizia y su hijo nos tiene que llevar a una reflexión y plantear si el protocolo que se sigue en la actualidad para comprobar la veracidad de parentesco es el más adecuado. Porque despojar a un niño de su supuesta madre, cuando de inmigrantes se refiere, y no permitir siquiera el contacto físico mientras se realizan las pruebas de ADN que confirmen realmente que ese niño es hijo de la mujer que así lo dice, no parece que haya sido lo más adecuado. Al menos en este caso, del que hemos ido informando pormenorizadamente desde las páginas de MELILLA HOY desde el mismo día que produjo la separación. Porque finalmente se ha demostrado que niño y mujer eran hijo y madre y haberlos separados durante 24 días ha tenido que ser seguramente muy traumático, para la madre y quizá también para el propio pequeño, que aunque sólo tiene tres años de edad, ha sentido la ausencia de la persona que le dio la vida.

Todo esta controversia ha surgido después de que la Consejería de Bienestar Social de Melilla devolviera más de tres semanas después a su hijo de tres años de edad a la mujer argelina que entró con el niño por la frontera de Beni-Enzar con un pasaporte falso, después de que las pruebas de ADN a las que ha sido sometido el pequeño hayan demostrado que es hijo de la inmigrante.

La madre y las organizaciones no gubernamentales melillenses que la han apoyado durante este tiempo, como Pro Derecho de la Infancia, han criticado que durante estos 24 días la mujer no haya podido tener contacto con el niño, tal y como establece el protocolo que pone en marcha la Ciudad Autónoma en estos casos.

La Consejería de Bienestar Social toma este tipo de medidas desde hace años, cuando se descubrieron que había inmigrantes en Melilla que usaban niños que "alquilaban", para tener más facilidades a la hora de lograr el traslado a la Península.

De este modo, realizan pruebas de ADN a todos los niños que pasan la frontera para asegurar que son hijos de las mujeres que dicen ser sus supuestas madres.

La madre ha destacado el sufrimiento que ha padecido durante estos 24 días en los que no se le ha permitido tener contacto con su hijo, ingresado en el Centro Asistencial 'La Gota de Leche' mientras ella estaba acogida en el Centro de Estancia Temporal de inmigrantes (CETI).

Tras conocerse esta semana las pruebas de ADN, que dan como resultado que ambos son progenitora e hijo "con un 99 por ciento de acierto", la Ciudad Autónoma procedió a entregar al niño a su madre para que vivan juntos en el CETI hasta que se resuelva su expediente que permita su traslado a la Península.

El principal partido de la oposición, Coalición por Melilla (CPM), ya ha pedido responsabilidades porque considera que "alguien tiene que pagar" la decisión de separar la madre e hijo durante tanto tiempo, sin permitir el más mínimo contacto, porque se impide siquiera que las que dicen ser madres vean a sus hijos hasta que no se confirme realmente que lo son.

Está bien que se tomen todas las medidas necesarias para que ningún inmigrante pueda usar un niño como medio de pasar a la Península con más rapidez e impedir con ello un tráfico de niños, pero todo ello dentro de unos cánones, que impidan situaciones como la vivida por Hizia y su pequeño, porque la historia vivida por estas personas no se puede repetir ya que consideramos que es innecesario para la confirmación real de la paternidad. Si después de la prueba de ADN se comprueba que no son lo que dicen ser, ahí se debe actuar con la máxima rigidez y contundencia posible contra la infractora o infractor, pero mientras tanto se deben evitar sufrimientos como el que les hemos ido narrando todos estos días.

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