La Asociación de Vecinos Acrópolis, situada entre las murallas de Melilla La Vieja, asegura que las calles del barrio seguirán sin vida hasta que se haga algo para reducir la presencia de los menores de la calle y hasta que no instalen alguna zona de aparcamientos cercana a la fortaleza para ayudar a impulsar las visitas de los melillenses al Pueblo. Según sostiene, estas son las dos grandes reivindicaciones de la entidad y en el momento en el que se reviertan estas situaciones las calles de Melilla La Vieja se verán totalmente diferentes. Pedro Ruiz lleva más de 20 años al frente de la Asociación de Vecinos Acrópolis, situada en el incomparable marco de Melilla La Vieja. “Ya he perdido la cuenta, no sé ni cuántos año llevo como presidente”, admite. Asegura que las reivindicaciones de la entidad son las mismas desde hace años, aunque nada haya cambiado. “El Pueblo sería otra cosa si hubiera una zona de aparcamientos y mayor vigilancia”, afirma convencido. “No tendría nada que ver”, sigue haciendo hincapié.
Según sostiene, los melillenses “somos muy de coger el coche para todo y nos gusta dejarlo cerquita”. Este pensamiento juega en contra de Melilla La Vieja, que apenas cuenta con zonas de aparcamiento. Sin embargo, Ruiz cree firmemente que si la Ciudad llegase “a algún tipo de convenio” con el parking del Puerto o con el de la Plaza de las Cuatro Culturas, mucha más gente se animaría a pasear por las calles del Pueblo. “Esto es algo que ya hemos comentado a las autoridades, pero dicen que no lo ven viable”, lamenta.
“Llevamos toda la vida intentando impulsar Melilla La Vieja. Es una pena que una zona tan bonita esté tan abandonada”, comenta cansado el responsable de la asociación vecinal.
Reclaman más seguridad
Según mantiene Ruiz, lo que “más agotados” tiene a los vecinos del Pueblo es la sensación de inseguridad con la que conviven desde hace años. “Todos los días luchamos con los Menas (Menores Extranjeros No Acompañados) y eso no lo ve nadie”, declara, subrayando que la situación se ha vuelto “realmente insostenible” para los melillenses que habitan en el interior de la fortaleza.
Según explica, es habitual encontrarse a estos niños durmiendo por las calles o los rincones del recinto, verlos consumiendo pegamento o que desaparezca ropa de los tendederos de los vecinos. “Los que somos padres tenemos que acompañar siempre a nuestros hijos porque no es seguro que se desplacen solos. Tenemos miedo pero no nos hacen caso y esto va a seguir así hasta que ocurra algo gordo”, sentencia.
Aunque afirma que los vecinos se han puesto en contacto en varias ocasiones con la Delegación del Gobierno para pedir soluciones, estas no llegan. “Tiene que haber una vigilancia permanente, sino la gente no sube a Melilla La Vieja”. Según incide, en el momento en el que “limpien las calles” de menores extranjeros y den una respuesta a la carencia de aparcamientos, “los negocios y las calles del Pueblo estarán llenas de vida”.
