Lo peor es que ninguna de las dos partes hizo nada por que el pleno se desarrollara de forma tranquila y conciliadora, al menos en el punto sobre la declaración institucional contra la violencia de género, que sufren miles de mujeres en este país y por el que algunas de ellas, lamentablemente, han perdido incluso la vida Las frías temperaturas que congelan Melilla desde hace unos días contrastaron ayer con el bochorno con el ayer se vivió el Pleno de la Asamblea de principio a fin. Gobierno y oposición esgrimieron cada uno sus razones para mantenerse en una postura enfrentada, empañando la aprobación de la declaración institucional por el Día para la Eliminación de la Violencia de Género, a pesar de que, como ya dijimos en estas mismas líneas la semana pasada, éste debe ser un tema en el que todas las instituciones deben hacer fuerza en el mismo sentido para intentar lograr, al fin, terminar con esta lacra. Ni Gobierno ni oposición estuvieron a la altura, aunque cada uno se mantuviera inamovible pensando que tenía toda la razón, porque lo único que consiguieron es que el pleno se desarrollara en un ambiente muy bronco y tenso y que, paradójicamente, apenas se hiciera alusión al manifiesto, salvo en el momento de su lectura.
Lo peor es que ninguna de las dos partes hizo, aparentemente, nada por que el pleno se desarrollara de forma tranquila y conciliadora, al menos en el punto sobre la declaración institucional contra la violencia de género, que sufren miles de mujeres en este país y por el que algunas de ellas, lamentablemente, han perdido incluso la vida.
Lo que ocurrió por la tarde ya se veía venir desde horas antes del inicio de la sesión plenaria, urgente, extraordinaria y demasiado vespertina, que arrancó cuando en la calle hacía un par de horas que había anochecido. No es nada habitual que eso ocurra y menos cuando no parece que haya una razón imperiosa por la que no se pueda esperar a otro momento para celebrarlo. La oposición así se lo intentó hacer ver al Gobierno, que respondió afirmando que no se podía demorar más tiempo el otro de los dos puntos del orden del día, relativo a la aprobación de la encomienda de gestión a Remesa de las instalaciones hídricas municipales. El argumento del Gobierno, en el que también incluyó una culpabilidad contra CpM, no disipa la extrañeza por las prisas para un pleno urgente a las siete y media de la tarde, sobre todo si se tiene en cuenta la lentitud o falta de previsión con la que la Administración ha abordado este tema, porque si no fuera así, dichas infraestructuras no llevarían dos meses y medio sin empresa que las gestione tras la renuncia de la empresa adjudicataria a seguir gestionándolas ejecutando la prórroga del contrato.
Pero lo que de verdad molestó a la oposición, aunque no lo expresara claramente, es que en ese pleno vespertino se incluyera la aprobación de la declaración institucional contra la violencia de género, después de que se conociera públicamente la denuncia por un presunto delito de este tipo contra el caso del consejero de Seguridad Ciudadana. Curiosamente, ayer ninguno de los grupos de la oposición se refirió a ese asunto, del que llevan dos semanas hablando prácticamente a diario, pese a tener delante al consejero, que reapareció públicamente ayer en el pleno de tras haber estallado este caso. Quizá no se atrevieron a decir delante de él lo que sí han afirmado todos estos días atrás ante los micrófonos y las cámaras, pero esa actitud también dice mucho de los intereses que cada uno puede tener ante el grave problema de la violencia de género sobre el que ayer, lamentablemente, la Asamblea de Melilla pasó de puntillas por lo poco o nada que se habló del manifiesto, para bochorno de los ciudadanos a los que representa dicha institución.
