Sobre estas “Cartas” que ustedes leen cada vez que salen publicadas, yo siempre procuro usarlas como si fuese una piedra lanzada al “lago de agua clara” de la intelectualidad melillense; como son los historiadores, y los aficionados a la Historia de nuestra ciudad, a los políticos responsables, y muy particularmente a los que visten el uniforme militar; intentando siempre despertar alguna sensación de sentimientos hacia nuestros muertos, nuestros Héroes que fueron los que ofrecieron sus vidas por la Patria. Solo es eso, y nada más. Esta la escribe un soldado de Infantería, y dice así:
“Queridos melillenses: Soy Martín Labarte Larranqueta, y pertenezco al Rgto. Infantería Guipúzcoa nº 53. Hace 22 años, nací en Elorrio, un pueblecito cercano a Zaldibar. Me encuentro en el Osario General desde el día 10.12.1909. Mi muerte fue causada por unas fiebres tifoideas, debido a las heridas de guerra que sufrí en el Barranco del Lobo, en julio del mismo año. Cuando llegué a este camposanto me recibió un amigo, y paisano: José Azaramendi Uzaga. Pepe es Soldado, Artillero, de la 3ª Batería del 2º Rgto. Artillería de Montaña. Recuerdo que eran las 7 de la tarde del 30 de octubre de este mismo año, cuando un enfermero me dijo que mi amigo había fallecido, y se lo llevaban al Cementerio. La verdad es que se produjo en mí un desaliento, que puede que fuese la causa de mi muerte un mes más tarde. Los dos llegamos a estrechar tanto nuestra amistad; ya fuera por el paisanaje, -él era de Durango-, o también por encontrarnos tan lejos de nuestra tierra, el caso es que aún seguiremos estando juntos para toda la eternidad. Pepe me está diciendo que les comunique que a él lo hirieron también en el Barranco del Lobo en septiembre de ese año; y que conoció al Comandante Royo de Diego, y al Capitán Guiloche Bonet, ambos de Artillería, muertos los dos en la noche del 18 de julio, cuando defendían la posición de Sidi Ahmed el Hach.
Por la molestia de haber leído esta carta, mis queridos amigos melillenses, y con las lágrimas que nos salen de nuestras almas agradecidas, nos despedimos de ustedes con un fuerte abrazo, rogándoles que cuando visiten a sus deudos, recen una pequeña oración por todos los que nos encontramos enterrados aquí.”
Aunque estas “Cartas”, por las heroicas muertes de sus protagonistas, hace décadas, parezcan que llevan impreso el aspecto de orfandad, sé que entre nosotros, los melillenses, y españoles de bien, jamás nuestros soldados se encontrarán solos, y mucho menos abandonados en nuestro Camposanto. Como dijo un poeta: “A pesar de que cada peldaño de la escalera de los honores, estén llenos de pena, de dolor, y de heroísmo, siempre queda la que nos lleva a la gloria”.
Para terminar, desde hace siete años, no me cansaré de recordar a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”. Igualmente que el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno figure en una calle de la ciudad.
