Menudo el suegrísimo del “desaparecido en combate” Ruiz Gallardón, una joya. Compara o más bien “desea” este exministro franquista, Utrera Molina (con calle en Sevilla, ¿Hasta cuando?) cuando dice en el blog “Arriba” y en la web de la Fundación (subvencionada) Francisco Franco que el momento político actual es muy parecido con el previo al estallido de la guerra civil, o golpe de estado (añadiría yo). Además, añade, que prefiere “morir a contemplar con indiferencia y cobardía la victoria de la mentira y la escandalosa manipulación” del pasado franquista. Que le den…a este impresentable personaje.
El caso Diana Quer y otros parecidos es el paradigma perfecto que permite diagnosticar los males de un país embarrancado en algún lugar del pasado. Un país que ignora o ningunea la cultura, los libros y el arte pero que devora revistas del corazón, idolatra al presentador que anuncia un bingo cibernético de medio pelo y va por la decimoséptima edición de Gran Hermano. Lo más preocupante del caso es la cantidad de personas aparentemente sanas e inteligentes que se permiten opinar sobre estos temas con la ligereza con la que uno se come unos churros un domingo por la mañana. Hay quien dijo, “así vestida no me extraña que haya desaparecido”; “eso le pasa por ir sola a según qué horas”. Cierto es que este tipo de noticias (como la “presunta” violación colectiva en los Sanfermines) son como esas trampas para los roedores: basta con añadir una cantidad significativa de cebo y no hay rata capaz de resistirse y pegar bocado.
Yo también puedo ser uno de esos, pero no me resisto a dar mi opinión sobre ese feo asunto del Sr. González (por denuncia de maltrato creo haber leído). Está claro que todos somos “presuntos” mientras no se demuestre lo contrario, o la certeza de lo denunciado. No obstante, no entiendo que el Presidente de la Ciudad Autónoma, por lo menos, de forma cautelar, no le suspenda de sus funciones por ser quién es y estar donde está.
Esta temporada los del baloncesto y voleibol no andan muy finos cosa que me entristece y aunque a distancia, sigo, leo y me entero de lo que acontece. A espabilar muchachos, sois nuestros máximos representantes junto a la U.D. Melilla y como a todo melillense nos gusta disfrutar de vuestras victorias en casa o fuera.
Menuda historia esta de nunca acabar referente a las fronteras entre España y Marruecos y más concretamente entre Melilla, Nador y Farhana. Hartos o más que hartos tienen que estar nuestras fuerzas policiales en la frontera. Hoy leo que se tuvo que cerrar durante dos horas por falta de personal o efectivos, ¿Pero como es posible eso? En mi opinión es una falta de previsión del mando o mandos que tienen el deber y obligación de organizar el control, todo lo contario, como así ha ocurrido es una irresponsabilidad tremenda. No si al final, yo que suelo criticar y rechazar todo tipo de dictadura, como la de Franco, en este asunto “me la voy a tener que envainar” (con perdón) y dar la razón a quienes suelen decir que cuando “aquel gallego mandaba” estas cosas no pasaban, ¿O era que no nos enterábamos, porque no convenía? Yo era muy jovencito y reitero, de muchos de los problemas del franquismo dictatorial no nos enterábamos. Otros como mi padre “que lo quería un montón”, se enteraban pegando el oído a la radio para escuchar la emisora Pirenaica o Intercontinental.
Muy triste estoy también por todo lo que está aconteciendo a ese que fue un gran partido político fundado hace unos 135 años más o menos y ahora sin programa, sin líder estatal y lo más lamentable ¡Sin vergüenza! De muchos “cabecillas”. El haraquiri se lo están haciendo ellos mismos, y están propiciando el crecimiento, por un lado del PP que abandonaron por su mala política y recortes unos tres millones de españoles y a los de Podemos que los están adelantando por su izquierda, a pesar de esa división interna que también tienen y de su apoyo a la consulta (que no independentismo).
Queridos melillenses lectores de M.H. o no, salud, paz, libertad y trabajo bien retribuido. Con todos sus defectos, prefiero democracia y poder elegir libremente, a que nos manden exterminadores y dictadores de su mismo pueblo.
