En la mañana de ayer y tras casi tres horas para constituir el Tribunal del Jurado, arrancó la vista del juicio en el que se esclarecerá el grado de culpabilidad o no por parte de Juan Manuel Coronil de acabar con la vida de la joven Zineb Manae con 24 años de edad. Mientras que la fiscal y la acusación particular, en representación de la familia de la joven, consideran de forma provisional y en base a las diversas pruebas, que fue un homicidio, la defensa continúa sosteniendo que estarían ante un delito de lesiones con resultado de muerte, por el que en un principio solicita tres años de prisión, los mismos que lleva actualmente en prisión provisional. Por su parte, el Ministerio Público solicita en su escrito de calificación provisional 13 años de prisión, mientras que la acusación particular pide 10 años. El propio Juan Manuel Coronil fue el primero en testificar aunque solo optó por responder a las preguntas del fiscal, su letrado y el Tribunal Jurado, y rechazar responder a la acusación particular. Así y lamentándose de forma continua por lo ocurrido hace tres años, el acusado explicó que aquella madrugada del 27 al 28 de octubre de 2013, tras salir a dar una vuelta, se encontró en la Avenida Juan Carlos I con Manae a quien asegura no conocer de antes.
Sin embargo, Coronil relató que Manae le pidió que la llevara al barrio del Real y es que le decía que la estaban molestando y no podía ejercer su trabajo como prostituta en aquella zona.
Por otro lado, el acusado confirmó una de las tesis que se barajaba desde el inicio de la investigación por parte de la Guardia Civil: el origen de la discusión. Según indicó, tras desplazarle hasta el Real, ambos entraron al garaje del padre de Coronil, donde mantuvieron relaciones sexuales. Al terminar, dado que según sostenía Manae se había roto el preservativo, el precio era más alto y si no lo pagaba, ella le dijo que le denunciaba por violación, afirmó Coronil.
Es por ello, que según el acusado, ella empezó a gritar, y con el fin de que no lo escuchara nadie, él le tapó la boca y ella le arañó, y de los gritos, pasaron a las manos. Según sostiene el propio Coronil, en el forcejeo ella se habría tropezado con una silla, cayendo al suelo -él encima de ella- y "rebotándole" la cabeza a Manae sobre el duro suelo de cemento.
Con esta versión, él niega que la agarrara del cuello y según declaró cuando paró de gritar, le dejó de tapar la boca, la movió agarrándola de los hombros hasta que notó que un líquido corría por sus manos: era la sangre proveniente de la herida de 9,5 centímetro que se había hecho en la cabeza.
Aún así, defiende que nunca fue su intención matarla. "He visto de cerca la muerte tres veces", señalaba para justificar que no era su intención acabar con la vida de la joven, comparándolo con el fallecimiento de su madre, el grave accidente que él sufrió y el que le sucedió a su padre.
Más de un minuto con el cuello de Manae en sus manos
Aún así, tal y como adelantó MELILLA HOY en su edición del sábado, dicha versión no está tan clara, y menos quedó en el juicio. Coronil no supo del todo explicar en qué situación estaban la silla con la que presuntamente habría tropezado, pero sostuvo una y otra vez que tanto la esquina de la rampa del garaje contra la que se golpeó Manae como la silla estaban detrás. Tampoco se comprende, tal y como preguntó la fiscal, como "rebotó" la cabeza de Manae contra el suelo, si el propio Coronil afirma que cayó encima suya.
En este sentido, la Fiscalía defendió durante la presentación de las pruebas, que Manae no solo presentaba un golpe, sino varios, tal y como señala el informe forense, toda vez, que Coronil le habría sujetado durante un minuto el cuello a Manae como para no buscar su muerte.
Aún así, si bien la Fiscalía y la acusación particular defienden que dichos golpes fueron por que Coronil golpeó la cabeza de la joven con la rampa de forma reiterada, la defensa señala que podrían ser heridas que se causaron después de la muerte. Incluso insinuó que por ejercer como prostituta, las heridas que presentaba en pecho, en el codo y en la pierna podrían haber sido de otras ocasiones.
No quería esconderlo
"Actué de esa forma por miedo", aseveró Coronil durante la vista para explicar por qué no llamó al 061 tras darse cuenta de que aparentemente no estaba consciente. "Cuando la movía, ella ya no reaccionaba", relataba el acusado motivo por el que al no tener el móvil, porque se lo había dejado en casa según indica, extendió la manta que había en el coche de su padre y puso el cadáver de Manae dentro de una bolsa de pelotas en el trastero.
Posteriormente, se duchó, puso la ropa a lavar y se vistió el uniforme de militar e incluso "pasó la fregona". Así, sostiene que después de pasar por diversos sitios y no saber qué hacer, se paró al lado del centro de La Purísima y dejó ahí el cuerpo. Posteriormente, el acusado habría ido a trabajar y a una tertulia de televisión con normalidad el 28 de octubre.
El 29 de octubre, quizás de forma "guilipollezca" reconoce, al enterarse de que iban a enterrar a los dos jóvenes Emin y Pisly en el Cementerio Musulmán, decidió coger la caja de un parque infantil de su sobrina y fue por segunda vez al lugar donde dejó el cadáver. Así, le puso el cartón por encima y es que afirmó que tenía miedo de las consecuencias que iba a producir este suceso en su trabajo, a su familia y la reacción de la sociedad en general por lo ocurrido.
Sin embargo, sostiene que todas estas actuaciones no fueron para esconder el cadáver, sino porque "tenía que sacarlo del garaje", algo que no convenció ni a la acusación particular, ni a la fiscal, quienes sostienen que lo hizo de forma planificada para encubrir el delito.
"Presiones" en la declaración
Tanto la defensa como el propio Coronil en su declaración aseguraron que el acusado habría recibido "presiones" por parte de los agentes de la Guardia Civil durante la toma de declaración en la Comandancia. Un interrogatorio que además señala realizó sin un abogado presente.
Coronil afirmó que un guardia civil que le estaba tomando declaración le indicó que como no empezara a hablar su hermana no saldría del cuartel, algo que le chocó al acusado. Aún así, asegura que firmó dicha declaración "con cuerpo presente, pero mi cabeza no estaba" por lo que solo la leyó por encima.
Todo ello, a pesar, señaló a preguntas de su defensa de la colaboración máxima con la Guardia Civil durante el registro en el garaje de su padre.
